La película francesa que se estrenó el pasado jueves en nuestra cartelera nos relata la historia Mia, una niña que junto con su familia debe adaptarse a vivir en un granja de leones de Sudáfrica. Si bien las ganas de volver a su antigua vida en Londres generan en ella una inconformidad constante, la llegada de Charlie (un león blanco) modifica su realidad: el hermoso animal se transforma no solo en su mascota, sino también en su mejor amigo.
Charlie y Mia construirán un vinculo lleno de ternura y complicidad a lo largo de los años (es interesante ver el crecimiento de la niña y el león en la película, un trabajo digno de destacar debido a que esta se filmó a lo largo de tres años). Llegado a la adultez, el león será la estrella del parque donde vive Mia, hasta que se entera que la vida de su mejor amigo corre peligro. Si bien el eje principal de toda la película es la relación entre Mia y Charlie, el conflicto que surge y la resolución del mismo se vuelve predecible e inverosímil.
Es destacable el trabajo de Melanie Laurent (Daniah De Villiers): las escenas con el león y las que comparte con su hermano en la ficción, Ryan McLennan, están muy bien logradas. Los rubros técnicos son impecables y las locaciones donde se filmó la película son visualmente bellas. Sin embargo, le juegan en contra a la historia su linealidad narrativa y los puntos obvios que atraviesa.