Un internado, un incidente y el equilibrio de un sistema a punto de quebrarse. Esta es la premisa de Mi Mejor Amigo.
Conocido internacionalmente como Brother’s Keeper (OKUL TIRASI es el título original, que significa “Corte de cabello escolar”), el film de Ferit Karahan nos cuenta la historia desde los ojos de Yusuf (Samet Yildiz), un niño de 11 años en la cual, siendo testigo de un castigo en las duchas, su amigo Mehmet (Nurullah Alaca) cae enfermo y busca ayuda por todos lados, a pesar que el mal clima parece obstaculizar todo.
Yendo a los detalles técnicos, una co-producción Turquia-Rumania, con fotografía de Türksoy Gölebeyi quien, junto al director, optan por cámara en mano cuyos movimientos son intencionados para realzar la tensión narrativa, mientras la visión es mayormente plasmada mediante cámara subjetiva y los planos fijos empleados resaltan espacios (por lo general, vacíos) ante una atmósfera invernal donde la presencia de la nieve es sinónimo de soledad y aislamiento, en esta Anatolia Oriental teñida de blanco.
Una cinta enteramente con sonido diegético refuerza el realismo de esta trama, un giro de guión pensado para el clímax, aunque predecible para quienes presten atención. Y en cuanto a las actuaciones, tendría que destacar a los adultos debido que nuestro protagonista, más allá de su acto de lealtad hacia su compañero, no demuestra expresiones alguna en ningún momento, convirtiendo al argumento en una pausa cuasi eterna.
En conclusión, una película dramática como este tipo de país nos tiene acostumbrado, reflejando la crueldad que se suele instaurar en este tipo de instituciones, pero también rescatando los valores inculcados de una familia tradicional aunque el entorno social sea demasiado hostil para que salte a la vista.