Unos maestros del engaño
Guillermo Francella y Luis Brandoni vuelven a trabajar juntos en Mi obra maestra la nueva película dirigida por Gastón Duprat donde junto con su hermano Andrés como guionista ponen nuevamente el foco en el cuestionamiento de la arbitrariedad de los valores de mercado. Por Javier Erlij
Dos viejos amigos uno dedicado a la pintura, interpretado por Brandoni como Renzo Nervi, tuvo la cúspide de su carrera en los ochenta mientras el otro, un galerista a cargo de Francella como Arturo Silva lo representa desde entonces pero en la actualidad el artista está en el ocaso de su fase creadora y como persona.
El lema de no entregarse al sistema capitalista y no trabajar por encargo es lo que lo carcome en las entrañas a Nervi, que aún sumido en la miseria, a punto de ser echado de su vivienda luego de no pagar varios meses de alquiler, no puede con su genio y aún así en la última oportunidad que tiene de realizar un mural para una corporación también echa a perder la ocasión para salir de su alarmante situación económica.
Silva aunque gruña en forma permanente no abandona al devenido ocaso de su representado pero tampoco cesa de sacar rédito aún en las peores adversidades que tiene del personaje que representa Brandoni.
¿El precio de un cuadro o del arte de qué depende? ¿Influye la palabra de un grupete esnobista que lo decide? ¿Vale más si la persona fallece? Son estos alguno de los tópicos que transita el film de los Duprat, que de arte saben y mucho, ya que en el caso de Andrés es el director del Museo de Bellas Artes.
La composición de Francella es más lineal y vuelve a la comedia luego de varios roles más sombríos que lo vimos en los últimos dos años, en el caso de Brandoni recae el peso principal donde demuestra ser nuevamente uno de los grandes de las comedias costumbristas argentinas.
La fotografía del film a cargo de Rodrigo Pulpeiro y el diseño de arte realizado por Cristina Nigro son otros de los pilares fuertes de la realización.
Los hermanos Duprat junto a Mariano Cohn, en este caso como productor, cuestionan los límites del arte y de su valor como en las otras realizaciones anteriores: El artista, El ciudadano ilustre y El hombre de al lado.
Una comedia inteligente con un punto de giro atrapante luego de la última mitad de la trama que viene bien para oxigenar la cartelera actual.
Puntaje: 8