Cuando la comedia se toma en serio
Muchas de las comedias que se realizan en Argentina suelen ser intrascendentes, repetitivas y estéticamente televisivas, pero con el estreno de Mi Primera Boda de Ariel Winograd se puede decir que respecto a esto se produce un alentador giro que hace que el género se tome de otra manera y tenga fines mucho más artísticos.
Para realizar una buena comedia el asunto no esta en buscar argumentos rebuscados ni enredarse con lo que es el tiempo y la imagen del film, sino (como es el caso de la película en cuestión) basta con una historia simple como puede ser un casamiento y su respectiva fiesta. Esto parece sencillo, pero a Adrián (Daniel Hendler) y Leonora (Natalia Oreiro) tendrán que enfrentar las situaciones más alocadas para sobrepasar el que a priori sería el momento más importante de sus vidas.
Lo que sucede con Mi Primera Boda es que todo parte del gran guión de Patricio Vega, el relato cumple magistralmente con todo lo que le pide la película: tanto los tiempos narrativos, el desarrollo de los personajes principales y secundarios, los diálogos, los toques humorísticos como las escenas de tensión, cierran en todo momento y redondean una obra trascendente.
El film toma al género cómico como pocos lo han hecho en el país, se puede decir que el trabajo de Winograd tiene ese deje intelectual y hasta los toques de fantasía del cine de Woody Allen y obras como Alice o Los Secretos de Harry, el espectro clásico de Billy Wilder y películas como Sabrina, la desfachatez de La Fiesta Inolvidable de Blake Edwards o un acercamiento a ese efecto moderno de 500 Días con Ella de Marc Webb, en dónde es importante el juego con la imagen y los pensamientos de los protagonistas en un marco pop/rock de los hechos.
Pero Mi Primera Boda tiene un toque extra que la hace una comedia impecable: la actuación de Hendler, que como siempre esta de gran manera y se puede decir que es el antihéroe argentino por excelencia, postura que viene perfeccionando a través de los años, y ya se lo había visto en el papel del torpe e hipocondríaco, pero al fin tímidamente vencedor en films como El Fondo del Mar de Damián Szifron, Derecho de Familia de Daniel Burman, o Los Paranoicos de Gabriel Medina.
Otro punto a destacar del film de Winograd son las pequeñas cosas que hacen que la película tenga una estética particular: desde los créditos iniciales con agradables ilustraciones de Liniers, pasando por la compleja selección musical mayormente compuesta de jazz, cómo la caricauturización de los prototipos de cada personaje, más que nada de los secundarios, o sea los invitados a la boda, los cuales cada uno de ellos le pondrá su esencia a la historia.
Mi Primera Boda es una comedia sumamente entretenida que a su vez tiene fines completamente artísticos, que con destacadas actuaciones como la de Hendler, más la irónica e ingeniosa manera de retratar temas como la religión (bien al estilo Allen), el trabajo de Winograd resulta novedoso y auspicioso tanto para el género como para el cine nacional.