En el verano de 1956, Marilyn Monroe (interpretada por Michelle Williams) llegó a Inglaterra por primera vez, lo que revolucionó todo Londres. De luna de miel con su marido, el célebre dramaturgo Arthur Miller (Dougray Scott), la estrella de Hollywood arribó a la capital británica para filmar "El Príncipe y la Corista" (The Prince and the Showgirl), película que la encontró compartiendo cartel con la leyenda del teatro Sir Lawrence Olivier (Kenneth Branagh), quien dirigió y además co-protagonizó el film.
Dentro de este contexto, y basada en las novelas autobiográficas "Mi Semana con Marilyn" (My Week With Marilyn) y "El Príncipe, la Corista y yo" (The Prince, The Showgirl and Me), ambas escritas por Colin Clark, esta producción dirigida por Simon Curtis relata precisamente la experiencia del autor británico en el set de filmación -montado en los clásicos Estudios Pinewood- de aquella producción en la que se desempeñó como uno de los asistentes del director.
Precisamente a través de los ojos de Clark (Eddie Redmayne), por aquel entonces un recién graduado de la Universidad de Oxford y aspirante a cineasta, es que se desarrolla la trama guionada por Adrian Hodges y que se enfoca en lo sucedido durante esa semana que el joven ingenuo de 23 años pudo compartir a solas con la emblemática Marilyn, la estrella más grande de la época dorada de Hollywood a la que todos, especialmente su séquito, adulaban y sobreprotegían pero que él supo apreciarla como realmente era detrás del personaje.
Mientras se lleva a cabo la filmación y Olivier (un estupendo trabajo de Branagh) lidia y atiende con las múltiples exigencias de la actriz al mismo tiempo que maneja las inseguridades de la rubia platinada a la hora de interpretar, Colin y Marilyn, entre escena y escena, se sienten atraídos mutuamente. Ella, le abre su mundo interior donde lucha con su fama, su belleza y su deseo de convertirse en una gran actriz. Por su parte él, aprovechando la ausencia de Miller por un viaje de negocios, le muestra algunos de los placeres de la vida británica.
"Mi Semana con Marilyn" no es una biografía del ícono sino un drama light que, manteniendo un buen ritmo, se centra en desarrollar un período concreto en la vida de Monroe que resulta ser una postal entretenida de lo sucedido esa semana. El director logra captar la esencia de la estrella, esa que a la hora de dejar de lado su personaje de sex-symbol, la muestra en la intimidad como una mujer vulnerable, infeliz, inocente, insegura, imperfecta y carente de cariño (vivió una infancia difícil sin padres) a la vez que remarca la falta de sus cualidades artísticas para la actuación.
Muy parecida físicamente en ciertos momentos más que otros, Michelle Williams, merecidamente nominada a un premio Oscar por este papel en la edición 2012 (al igual que Kenneth Branagh en el rubro masculino), nos brinda un destacado trabajo con su propia visión e interpretación de Marilyn, a quien logra caracterizar muy correctamente con gestos y miradas propias de la actriz.
El elenco se completa con pequeñas participaciones de Dominic Cooper, cuyo papel es el de Milton H. Greene, fotógrafo y socio de negocios de Monroe; Julia Ormond como Vivien Leigh, quien encarna a la actriz reconocida por su participación en "Lo Que el Viento se Llevó", además de ser la esposa de Olivier; Judi Dench como Sybil Thorndike y Emma Watson como Lucy, una asistente del departamento de vestuario.