La mejor Michelle Williams se pone en la piel de Marilyn Monroe y se lleva por delante una timorata historia sobre la única película que filmó la rubia fuera de Hollywood. La protagonista redimensiona muchos de los lugares comunes sobre los caprichos e inseguridades de la diva. Mi semana con Marilyn quiere ser al mismo tiempo una película de crecimiento sobre un chico que da sus primeros pasos en la industria del cine y una biopic de la caída en desgracia de una estrella. El magnetismo en pantalla de Williams, digno de Marilyn, le da sentido cinematográfico y engrandece una película que parecía hecha para televisión.