Espía de guardería
Sin duda no vamos a descubrir aquí quien es Jackie Chan, un actor que ha ido envejeciendo en pantalla a base de trufar sus numerosas actuaciones con acrobacias inverosímiles, piruetas increïbles, patadas, acción incontrolada... Aunque este no es el caso de Mi vecino es un espía (The Spy Next Door, 2010), una nueva vuelta de tuerca en este subgénero propio que son las comedias fallidas de Jackie Chan para toda la família, en síntesis nada nuevo bajo el sol.
Mientras en Hong Kong Jackie parece querer insuflar un aire más trascendente a sus producciones (acaba de rodar el drama de acción Shinjiku Incident, y su último film, aún quiere alucinar con escenas de acción arriesgadas, sin trampa ni cartón, y ahí nos vamos a llevar una gran decepción, porque el bueno de Jackie ya anda rondando los sesenta, y en más de la mitad de las secuencias o bien está doblado o bien se apoya en las famosas cuerdas que se puesieron de moda en películas como Héroe (Hero, 2002) o El tigre y el dragón (Crouching Tiger, Hidden Dragon, 2000). No se le puede pedir peras al olmo, y el hombre ya no está para muchas aventuras. Si al menos el guión ofreciera algo de interés, la pendiente de estreno, Little Big Soldier, se ha presentado nada más y nada menos que en el prestigioso Festival de cine de Berlín) en Estados Unidos filma películas descaradamente orientadas a hacer taquilla contante y sonante.
Poco se puede salvar de un film cuya trama nos la sabemos de memoria, rebosante de supuestos gags graciosos que no arrancan ni media sonrisa al más rendido de sus admiradores, y con un elenco actoral de remate que podría participar sin rubor en cualquier telefilme de sobremesa. Pero no nos engañemos, si uno va a ver una de Jackie Chan función podría salvarse; pero ocurre todo lo contrario, es aburrido y plano a más no poder (no se entiende como para parir historia tan insulsa se haya necesitado la participación de cuatro guionistas distintos).
Por desgracia, las aptitudes del actor hongkonés son bastante reducidas, y para colmo de males su partenaire resulta ser el petreo Billy Ray Cyrus, más conocido por ser el papá de Miley Cyrus, la estrella de Hannah Montana que por sus condiciones para la actuación. Si además añadimos que el director que firma esta película no es otro que Brian Levant, quien atesora en su filmografía títulos de tan volátil olvido como Beethoven (1992) o Los Picapiedras (The Flintstones, 1994) ya podemos decir a ciencia cierta que Mi vecino es un espía no pasará precisamente a la historia del séptimo arte por la puerta grande.
En definitiva, un producto de consumo rápido que se olvida en cuanto el The end de los títulos asoma por la pantalla. Aquí si que se puede aplicar sin temor a equivocarnos aquello que decía el poeta castellano Jorge Manrique de que “cualquier tiempo pasado fue mejor”.