La actriz Margherita Buy se pone en la piel de un personaje inspirado en el propio director, Nanni Moretti. Al igual que él, Margherita (sí, el personaje lleva el mismo nombre que la actriz), se encuentra intentando terminar su más reciente película mientras la enfermedad de su madre amenaza con llevársela al otro lado (la madre de Moretti falleció mientras él terminaba “Habemus Papam”).
Lo curioso del film es que más allá de su trasfondo dramático, Moretti nunca termina de adentrarse en el drama sino que, aprovechando especialmente la subtrama sobre el rodaje de la película con fuerte contenido político y social que su directora quiere realizar y un actor estadounidense (John Turturro) caprichoso no se lo hace nada fácil, el tono del film es desparejo, dando como resultado una experiencia más bien agridulce.
Moretti (que se reserva un papel secundario como el hermano de la protagonista) pone al frente a de su película a una mujer por momentos decidida pero a la vez una especie de parodia de él mismo como realizador, es difícil despegarse de su imagen más allá del cambio de género. Una directora que en algún momento se da cuenta de que tomó malas decisiones y que por el sólo hecho de ser la directora nadie la frenó y le dijo que era una mala idea cuando en realidad “el director es un pelotudo”.
“Mia madre es la historia de una lucha emocional, y también una reflexión sobre mi trabajo como director y la imagen pública que de ese trabajo se tiene”, definió de manera precisa su director cuando presentó la película en el Festival de Cannes.
Así se encuentra Margherita, con sensaciones encontradas y un tumulto de contradicciones, aquellas que Moretti imprime en un relato con alta carga emocional por momentos y bastantes dosis de humor en otros. Quizás nunca hay un mix un poco más interesante de ambos, sino que están más bien separados, lo que hace que el tono sea algo desparejo.
El personaje que hace John Turturro le brinda bastante frescura al film pero no puede evitar caer en ciertos estereotipos de actor que se cree más grande e importante de lo que es. Además, las secuencias oníricas terminan resultando excesivas, y haciendo de la narración algo más complejo de lo necesario.
“Mia madre” es más bien un cine contenido. Personal y autobiográfico sin dudas, pero al que le falta un poco de profundidad.