De los planetas de la Vía Láctea, ninguno es tan popular como Marte, y el cine es una muy buena prueba de ello. En los 50, mayormente, seres de ese planeta invadieron la Tierra (conocida metáfora del temor de los Estados Unidos a ataques por parte de la por entonces Unión Soviética, durante la Guerra Fría). Pero también el hombre viajó hacia aquel territorio, con diversa suerte. Robinson Crusoe en Marte, de 1964, es un interesante y poco recordado ejemplo. Paul Verhoeven ambientó allí buena parte de El Vengador del Futuro, y entre 2000 y 2001 llegaron Misión a Marte, de Brian de Palma; Planeta Rojo, con Val Kilmer, y la muy divertida Fantasmas de Marte, dirigida por John Carpenter. La escasa repercusión de estos últimos films en la taquilla (a los que se le puede sumar John Carter: Entre dos Mundos) impidieron más expediciones cinematográficas a aquel punto del Cosmos. Basada en la novela de Andy Weir, Misión Rescate es la nueva oportunidad, y de la mano del irregular aunque arriesgado Ridley Scott.
Tras una fuerte tormenta que casi lo mata, el astronauta Mark Watney (Matt Damon) queda varado en Marte. Sus colegas de la tripulación partieron, creyéndolo muerto, y la NASA hasta anuncia su deceso. Sin embargo, Mark posee los conocimientos y el ingenio para mantenerse con vida durante los meses -años, de hecho- que tardarían en volver por él; la voluntad y las ganas de solucionar su pequeño inconveniente son más poderosas que cualquier sentimiento de pesimismo. Mientras cultiva papas usando excrementos como materia fértil, logra comunicarse con la NASA, que comienza a asesorarlo mientras evalúan cómo traerlo de nuevo a la Tierra.
Teniendo en cuenta la carrera de Scott (al menos, en su faceta más épica y seria), se podía esperar una superproducción con altas dosis de solemnidad, en la línea de Náufrago, de Robert Zemeckis. Sin embargo, y lejos de renunciar a la historia de supervivencia, el tono es inusual y arriesgado. Tanto por el lado de Watney en Marte como por quienes tratan de salvarlo, predominan chistes, pasos de comedia y hasta bromas internas (una involucra a la trilogía de El Señor de los Anillos y a Sean Bean, quien actuó en La Comunidad del Anillo). Otra prueba del pulso descontracturado del film reside en la banda sonora, con temas disco de Donna Summer y ABBA, entre otros, y de Bowie (no el más evidente, pero anda por ahí). A pesar de todo, en ningún momento cae en el ridículo ni atenta contra la tensión y el interés, y contribuye a mostrar la humanidad de los personajes: los astronautas no son figuras inalcanzables que sólo saben estar concentrados y apretando botones. Y cuando llegan las escenas dramáticas, siguen siendo muy sólidas.
La actuación de Matt Damon contribuye a hacer verosímil el arriesgado estilo, que ya figuraba en el libro de Weir. Jeff Daniels interpreta al director de la NASA, que quiere salvar a Watney aunque no puede ir en contra del protocolo de la corporación. Jessica Chastain tienen las líneas más dramáticas, y aunque se la ve poco en pantalla, nunca deja de destacarse, lo mismo que Kristen Wiig, Chiwetel Ejiofor y Michael Peña.
Misión Rescate forma parte de las recientes aventuras espaciales que viene estrenando Hollywood desde hace unos años. Pero, a diferencia de Gravedad y de Interestelar, opta por un enfoque menos angustiante y lacrimógeno y sí más divertido. Scott vuelve a demostrar lo bien que le sienta la ciencia ficción, incluso en un estilo diferente del de Alien, Blade Runner (que originalmente incluía una secuencia en el espacio) y Prometeo, y deja en claro que, aunque uno termine abandonado en un planeta desierto, es preciso estar bien predispuesto, superar los inconvenientes -y hasta reírse un poco de eso para no enloquecer- y luchar, luchar por salir adelante.