La película Moana de los estudios Disney no defrauda a los amantes de la animación. Ésta, como siempre, es muy cuidada y de estética agradable.
La historia transcurre en la isla Motu Nui ubicada en el Pacífico Sur en el archipiélago de Pascua, donde la hija del jefe de la tribu tiene desde siempre una irresistible fascinación por el océano. Enrolada dentro de las narraciones en las que los protagonistas deben “salvar al mundo”, en este caso desde un punto de vista mitológico y ecologista, Moana junto a su compañero, el semidios Maui, pasarán por varias aventuras.
En el film se plantean también temas como cuál es nuestro lugar en el mundo, el deber para con los demás y la aventura o el destino para saber cuál es nuestra misión. Y se deja muy claro que el partir, es para poder volver a las raíces, ya siendo quien uno debe ser.
Los directores Ron Clements y John Musker, aprovecharon al máximo la historia para crear personajes queribles, y además se animaron a incluir al Océano como actor importantísimo para el desarrollo de la trama. En un mundo donde es fundamental la naturaleza, los elementos de la misma adquieren un rol trascendente.
Un párrafo aparte merecen la música y las canciones que acompañan, correctas y simpáticas. Y atención, que luego de finalizar los títulos hay un gag divertido, que no hay que dejar de ver, para que los espectadores no se levanten hasta el final.
En resumen, una historia entretenida para chicos y grandes, que nos invita a reflexionar.