Una amor sin corona
El amor está contado, filmado, cantado y versionado en una cantidad incontable de veces. Y lo más interesante es que el tema sigue siendo inagotable. Maiwen, una directora sutil como pocas, hace foco en el vínculo de Tony (Emmanuelle Bercot, quien ganó en Cannes como mejor actriz por este papel) y Giorgio (el siempre efectivo Vincent Cassel). Ella le tirará unas gotas de agua en la cara, él lo tomará como un convite sensual, y la relación levantará vuelo de un modo impensado. La película comienza con un accidente de Tony, quien comienza a revisar su relación a partir de su rodilla rota. Los tiempos muertos que le demandará su rehabilitación la llevarán a ir al hueso de ese vínculo traumático y doloroso, pero no por eso menos placentero. Hay un momento clave en el filme. Es cuando Giorgio le dice a Tony, en el diálogo previo a la separación: “Me estás dejando por el mismo motivo por el que me elegiste”. Palabras más, palabras menos, la frase sintetiza cómo cambia la mirada de una pareja con el paso del tiempo, que suele ser cruel, pero es inevitable. Por allí va el mérito de “Mon Roi”, que significa “Mi rey”, título más que significativo. Porque cuando alguien tiene la corona es porque otro se pone en el lugar de súbdito. Metáfora salvaje de este amor.