El precio del éxito
El mundo es un lugar cruel para todos aquellos que son diferentes, o al menos, aquellos que la sociedad percibe como tal. Monsieur Chocolat es el retrato puro y duro de un comediante circense de raza negra que conocerá las alegrías y tristezas que conllevan el reconocimiento del público en la Belle Epoque.
La historia nos lleva a la Francia de comienzos del siglo XX, una época donde las monedas eran contadas y la risa era escasa. El circo, un espectáculo muy concurrido para ese entonces, buscaba renovarse constantemente llevando nuevas atracciones para que el público se maravillara con los fenómenos que aparecían ante sus ojos. Georges Footit (James Thierrée), un payaso que se encuentra en plena caída de su carrera, conoce a una de las atracciones principales del circo donde trabaja: un negro (Omar Sy) que se hace pasar por caníbal para que el público se asuste. Footit ve potencial en él, por lo que logra convencerlo de que los dos formen un dúo de payasos y así proponer algo nuevo para el circo.
Los dos triunfan como dupla payasesca, salen de gira y pareciera que nada podría ser mejor…hasta que Chocolat (su nuevo nombre artístico) decide cambiar su rumbo como artista, algo impensado para la sociedad de ese momento.
Resulta muy fácil empatizar con el protagonista, ya que todas sus penurias y sus logros -casi podría decirse- son sentimientos compartidos por el espectador. Omar Sy logra una conexión muy intensa, tanto con su compañero de pantomima como con el público que lo rodea (dentro y fuera de la pantalla), su Chocolat es un digno reflejo de las injusticias y opresiones que sufrían los negros en ese entonces, por lo que su historia no es algo que pase desapercibido, ni aún hoy en pleno siglo XXI.
Todo en la película está montado de manera tal que ninguna pieza quede fuera del rompecabezas. La historia del legendario payaso empieza y termina dentro del circo, lo cual es una pequeña falla para señalar, ya que en muy pocas oportunidades podemos adentrarnos en el pasado del personaje. Si bien aparecen un par de flashbacks en el medio del film, no alcanzan para justificar el por qué de las acciones del protagonista, así como el resto del elenco (incluso su compañero circense) aparece en escena casi como por obligación, no hay motivo, razón o circunstancia que pueda darle sentido a sus intenciones dentro de la historia.
El guión es fluido, conciso y claro, pero aun así pareciera que en las casi dos horas que dura la película, todo pasara muy rápido, sin dejar lugar a que los hechos se desarrollen con normalidad, sin dar tiempo a que los personajes puedan darse a conocer de forma más profunda y por eso la historia queda a medio camino.
A pesar de esto, es un film más que disfrutable, con muy buenas actuaciones, escenarios bien confeccionados para retratar los comienzos del siglo XX en Francia, vestuario y banda sonora acorde. Además de contar con una gran fotografía.
Monsieur Chocolat pertenece a esas películas que se ven por casualidad pero que no dejan al espectador indiferente de ciertas cuestiones. Ha pasado un siglo desde la muerte de este talentoso artista, y al día de hoy sus pantomimas evolucionaron en los grandes circos, sin perder ni por un segundo un gramo de la misma alegría.