A quemarropa
Para aquellos que no lo sepan, antes de iniciar carrera en el mundo del cine el realizador Olivier Marchal fue oficial de policía. La lamentable MR 73: La última misión (MR 73, 2008) viene a cerrar su trilogía sobre el film noir norteamericano más hardcore. Decidido a revisitar “a la francesa” tópicos varios como la corrupción, la marginalidad, la autodestrucción, el trabajo encubierto y las batallas de egos, ahora se vuelca con pobres resultados hacia el thriller de pulso sádico cercano a Pecados capitales (Se7en, 1995).
Ya en las entretenidas aunque no muy originales Gangsters (2002) y El muelle (36 Quai des Orfèvres, 2004) se percibía que al exacerbar la fórmula “realismo de manual- protagonistas compungidos- suburbios inmundos”, el combo podría darse vuelta y tocar fondo estrepitosamente. Pero a decir verdad nada hacía prever semejante catarata de estereotipos mal administrados y golpes bajos entre dolorosos e inexplicables. De Hollywood sólo queda un ritmo monótono, un tono ampuloso y muchísimos clichés.
Copiando lo peor y marginando los elementos interesantes, la película hace culto de su trama dividida. Por un lado tenemos la historia de Louis Schneider (personificado por el versátil Daniel Auteuil), un agente borrachín que perdió a su familia en un accidente y hoy investiga a un asesino en serie que viola y mata a mujeres de buen pasar. Mientras tanto Justine (Olivia Bonamy) hace lo que puede para evitar la salida de prisión de Charles Subra (el inefable Philippe Nahon), un homicida responsable del fallecimiento de sus padres.
En especial llama la atención la hilarante “escena del arresto”, cuando el sospechoso se saca de encima a dos oficiales armados golpeándolos con un balde... por supuesto todo termina con lluvia, el clásico finado y un grito al cielo. Auteuil ofrece una de esas interpretaciones que los actores creen que son “arriesgadas”; no obstante reconfirma otro lugar común del género, la redención. El tufillo seudo existencial, una duración excesiva y la ausencia de novedades son detalles que desembocan en una triste muerte a quemarropa...