La primera escena de esta extraña película argentina es de las más terroríficas del cine. La última, de las más fantásticas. Entre el policial y el terror, la película del mendocino Alejandro Fadel se mete, como literalmente, en el paisaje cordillerano y sus misterios. Una producción a todas luces esforzada y jugada, para llevar adelante un relato que se inicia con la aparición de una, luego otra, mujer decapitada. Como pasa a veces en los lugares chicos, lo que se ignora se llena con ideas abiertas a la fantasía, en este caso, la existencia de un monstruo. Y, como en los pueblos chicos, hay un tonto, un loco querido (Esteban Bigliardi), que escucha voces y puede ser tan sospechoso como portador de algún tipo de verdad. Además, como en los relatos clásicos, hay un héroe, Cruz. Un policía sensible, de pocas palabras y gran presencia. Como moldeado por la aspereza del entorno, porque MMM es, también, un western. El tipo es un melancólico, enigmático, pero de pronto, cuando está feliz, también capaz de soltarse y bailar una canción de Sergio Denis desnudo. Y hay una especie de triángulo amoroso, que parece reflejar el que dibujan las montañas, de picos como emes puntiagudas. Letras, palabras, voces que sólo uno escucha, frases sin sentido aparente en un lenguaje florido. Sobre la estructura del policial y la investigación de los crímenes, Fadel se interesa por los límites entre cordura y locura, en los que el lenguaje, como se sabe, tiene un papel tan fundamental. Mientras logra poner en escena el peso de todo lo que no tiene ni palabras para ser nombrado: con más sugerencias que explicaciones, con hallazgos de imagen de una belleza atronadora, con una elegancia visual impactante. Rara, como militando cierta extravagancia, MMM podrá resultar más o menos interesante. Pero su descarada originalidad, con su sistema de influencias posibles a la vista -desde el terror clásico a Twin Peaks y Leonardo Favio- junto a su puesta cuidada, inspirada, están ahí para dejar huella en aquellos a los que el cine les importa. Brillando como una piedra distinta -rara- en las arenas del cine argentino.