Murciélagos

Crítica de Milagros Maffione - Cinéfilo Serial

La coyuntura actual sirvió, para algunos, como puntapié para la narración creativa. «Murciélagos», película solidaria filmada y producida en cuarentena, es uno de esos casos.

La pandemia llegó para poner patas arriba la vida de quienes la transitamos. La virtualidad nos abrazó, buscando simular esa contención que nos daba el calor de los demás. Se valoran más las pequeñas cosas. Se extraña ser, con otros. Y mientras el silencio se torna ensordecedor, la antigua rutina se desea. En esa situación, las personas entran en una especie de limbo en el que circulan desorientadas, chocándose una y otra vez con esta vida que no reconocen como suya. Como un murciélago que entra de sopetón en una casa.

El comportamiento de ese mamífero, señalado en distintos momentos como vector del brote de coronavirus que surgió en Wuhan, se conecta con las ocho historias narradas en la película argentina «Murciélagos». Una pareja que debe convivir a pesar de estar en crisis, mientras un amor surge de manera virtual. Una mujer espera un bebé, y otra, la oportunidad de librarse de su abusador. El retrato de un hombre hastiado choca con la verborragia de un conspiracionista. Un médico debe afrontar el odio de sus vecinos, y un padre, el desafío de aprender a serlo. Todos estos microuniversos tienen un punto en común: se inspiran y recogen las vicisitudes de la vida en pandemia. La obra cuenta con un elenco tan amplio como talentoso, compuesto por Oscar Martínez, Peto Menahem, Julieta Vallina, Luis Ziembrowski, Clara Ziembrowski, Carlos Belloso, Moro Anghileri, Juan Pablo Geretto, Marcelo D’Andrea, Maida Andrenacci, Héctor Díaz y Azul Lombardía.

La película no sólo fue realizada durante el aislamiento social, preventivo y obligatorio, sino que se construyó sobre un objetivo solidario: recaudar fondos para donar al Banco de Alimentos de Buenos Aires. A ello se le suma que actores, directores, productores y demás miembros del proyecto donaron su trabajo para colaborar con esta situación pandémica y alimentaria tan compleja.

La productora Masses Content y la agencia Alegría, en asociación con Amnistía Internacional, realizaron este film, que cuenta con la dirección de Hernán Guerschuny, Paula Hernández, Daniel Rosenfeld, Tamae Garateguy, Diego Fried, Martin Neuburger, Connie Martín, Azul Lombardía y Baltazar Tokman.

«Murciélagos» tiene el eximio valor de estar tan bien pensada como actuada. Cada actor le imprime a su personaje el sello característico de la vida en cuarentena. Las historias resultan familiares, y a la vez, extrañas. Interpelan al espectador, porque lo retratado es espejo del propio confinamiento. Las secuencias, por momentos, incomodan, pero es precisamente porque son auténticas y transparentes. Porque genera vergüenza pensar que así nos veríamos si nos filmaran en nuestro día a día.

La película tiene la capacidad de mixear la monotonía propia del aislamiento con la potencia de sus relatos, caracterizados algunos por la sucesión acelerada de diálogos o eventos, y otros, por el peso de los conflictos que encarnan. Los recursos estilísticos ayudan a reforzar esta tendencia, como el de observar lo que el personaje ve, que es utilizado de manera conmovedora e inteligente.

En síntesis, «Murciélagos» resulta un producto más que valorable, que cuenta de forma poética y cinematográfica situaciones conocidas. No sólo es genuino, sino que invita al espectador a reconocerse en lo narrado. La película no teme sumergirse en debates actuales, y lo hace con una convicción y fluidez que es de destacar. Cada relato, como aquel murciélago que entra en un hogar, encuentra la ventana que lo incentiva a volar, salir del molde y repensarse. Es un pequeño guiño a lo que el futuro podría depararnos; a lo que el confinamiento podría producir en nosotros. Quizás salgamos diferentes, quizás salgamos mejores. Pero eso, es otra historia.