Un fantasma en Nueva York
Nico es un actor argentino treintañero que llega a Nueva York para rodar una película. Hasta ahí parece que todo lo mejor está por venir. Pero nada más lejos. Es que Nico no es un simple viajero en el País del Norte, es un tipo que escapa de la Argentina por amor. Y es capaz de perder los 15 minutos de fama que ostentaba por su participación en una serie para huir de la relación incómoda con Martín, el productor de esa ficción, que está casado y con familia, y hasta lo llama primo. Julia Solomonoff partió desde esa insatisfacción de Nico (brillante interpretación de Guillermo Pfening) para hablar de la invisibilidad del inmigrante latino en Estados Unidos, pero también de lo efímero del éxito, de los sinsabores de la carrera actoral, y hasta de la voracidad y fugacidad de las nuevas tecnologías comunicacionales. Y claro, todo esto contado desde una historia de amor que atraviesa los perfumes de una Manhattan filmada como pocas veces se vio, y en donde la cineasta rosarina demuestra que sabe combinar sensibilidad y pulso propio. La pintura de Nico es uno de los logros de esta película, porque actúa de lo que no es pero nadie lo ve. Puede ser niñero del hijo de su amiga o burlarse de las cámaras de un supermercado para robar una latita, o seducir a un tipo en un boliche gay o a una productora para que lo contrate. En ese ir hasta los límites buscará su norte. Y quizá la ruta hacia su verdad.