Esta ópera prima de Nicolás Videla y Camila José Donoso se atreve a contar una historia sobre una chica que quiere someterse a la operación final para cambiar su sexo definitivamente y buscar opciones posibles, ya que son intervenciones caras y hay que tener en cuenta que hay pocas oportunidades laborales para una chica trans.
Yermén se dedica a ser tarotista telefónica, donde todas sus palabras son de consuelo y el destino, pero de día se enfrenta con el mismo barrio de siempre, en el mismo pueblo y las mismas miradas. Un día decide someterse a la operación del cambio de sexo en un reality show junto con una chica que lo único que quiere es parecerse a Naomi Campbell.
La apuesta más interesante es que combina una cámara casera con el resto del film. Estos momentos, como si fuera el Pepe Grillo de Pinocho, son una forma de consciencia, una suerte de sinceridad que aflora ahí. Yermén aparece como esa narradora omnisciente y observadora pero nunca en cuadro. Es el mundo a través de su óptica.
El resto del tiempo, son espacios despojados, en una paleta más bien oscura porque tiene que ver con su estado de ánimo también. Necesita esta oportunidad, este reality, o no siente que pueda pasar nunc más. El uso exquisito de planos detalle nos va a llevar directo al alma del personaje.
Personalmente, disfruté la falta de parafernalia y golpes bajos. Es una historia conmovedora, pero porque es la historia de una lucha sobre un prejuicio, un sentimiento de culpa por ser diferente y el inmenso deseo de reinventarse, que cuando todo parece oscuro, es la posible luz para iluminar todo.
Todos los ojos van hacia su actriz principal, no sólo porque es quien lleva el peso de la historia, sino porque su incomodidad, su dulzura, la búsqueda de su personaje la hacen tan frágil y tierna que uno no puede evitar sentir empatía. Paula Dinamarca, con su voz medio ronca, será la autora de las frases más íntimas y los sueños más grandes que iremos viendo sus pocas posibilidades de éxito.
Es que de repente, el mundo sin amor aparece frente a nosotros como en “Las noches de Cabiria” y “Sweet Charity”. Y no podemos menos que volver con el corazón en la mano.