Conduciendo por un sueño
Woody Grant (Dern) vive en Montana y es un hombre mayor que vive con su esposa en una relación de más de cuarenta años que está plagada de incomunicación, quejas y muchos reproches. Un día este señor recibe una carta en la que se le informa que ha ganado un millón de dólares, o al menos eso es lo que cree; sin embargo; la carta esconde un engaño y una estafa perfectamente legal. Luego de varios intentos por parte de la esposa y los hijos, de hacer entrar en razón a su padre con respecto a la naturaleza de la carta que ha ocasionado que Woody se fugue del hogar; su hijo menor David (Will Forte, a quien muchos sólo conocíamos por su faceta cómica en Saturday Night Live) decide llevarlo a destino (que no es otro que Nebraska) para darle el gusto y hacerse con el supuesto“premio”.
Durante la primera parte del film, Payne acude a la belleza en términos visuales para narrar lo que será una road movie centrada en la senilidad y la fragilidad de la relaciones; sobre todo las parentales. En esos momentos podemos ver las grandes panorámicas que aún siendo un film en blanco y negro, colman de color al interior más profundo de Estados Unidos, con caminos amplios casi tanto como el recorrido que Woody hará, además de cielos con ausencia de construcciones altas que acompañan inocentemente el relato.
Mientras que la segunda parte se situa ya en el viejo Hawthorne, el pueblo natal de Woody y su esposa; lugar que se puede definir como “pueblo chico, infierno grande” ya que a partir del cambio económico del protagonista resurgen nuevas viejas amistades, y con ellas, su intento de beneficiarse del octagenario. Esta segunda mitad; a diferencia de la primera está cargada de más situaciones de humor negro e irónico que a la vez; rozan lo melancólico constantemente.
En esta ocasión Payne apuesta por diálogos lacónicos que armonizan con una bella fotografía en blanco y un degradé de negro, además de un naturalismo intimista para contar una historia simple; que aunque atraviese distintos estados de ánimo y sensaciones a lo largo de casi dos horas; en definitiva de lo que trata es de la muerte y de como el paso previo si bien puede ser doloroso; también puede tomarse como una aventura y una oportunidad para sincerarse y expresar lo antes reprimido. Todo esto se acompaña de un pasado marcado por el alcoholismo; la Guerra de Corea y los pequeños entretenimientos de un pueblo detenido en el tiempo; sin ambiciones ni perspectivas de cambio.
En Nebraska todo parece funcionar a la perfección (excepto la familia Grant) ya que los recursos visuales cargan de emotividad un relato inundado de buenas y grandes interpretaciones; sobre todo las de Dern y Forte que realmente logran trasladar sus sensaciones a los espectadores con quienes compartirán risas y momentos de nostalgia y añoranza por igual.
Luego de la polémica en torno al estreno del nuevo film de Alexander Payne que finalmente llega a los cines este jueves 20; sólo podemos agradecer por la oportunidad de ver dentro de la cartelera local historias tan personales como esta.