La cámara fija apunta siempre hacia las chicas y las filma en un expresivo blanco y negro. Las médicas y asistentas sociales les preguntan desde el fuera de campo. Ellas cuentan sus desgarradoras experiencias íntimas. Una, con apenas veinte años, ya va por el cuarto embarazo; otra es víctima de la violencia de género. Muchas sufren de desinformación, descontención familiar, falta de recursos. Andrea Testa (realizadora de Pibe chorro y codirectora de La larga noche de Francisco Sanctis ) se instaló durante tres meses en hospitales públicos de La Matanza y Tres de Febrero para indagar en el drama del embarazo adolescente. Y lo hace con sensibilidad (respetando las distintas posturas de cada una de las participantes) y rigor, sin forzar ni manipular las cosas para exponer en toda su crudeza, dimensión y alcances emocionales, las injustas situaciones que atraviesan muchas de ellas y la crisis general del sistema de salud (por ejemplo, la imposibilidad de conseguir un quirófano para practicar una ligadura de trompas). Con una extraña belleza y lirismo pese a la crudeza de las situaciones que expone, incómoda, dolorosa (en algunos testimonios en primera persona aparecen desde el consumo de drogas hasta el aborto clandestino), Niña mamá surge como un valioso aporte para la discusión (hoy tan extendida en la sociedad argentina) sobre qué hacer a nivel de educación y salud con las adolescentes que desean (o no) ser madres. El debate, por supuesto, sigue abierto.
Resulta imprescindible mirar Niña mamá antes de (volver a) discutir sobre la necesidad de que nuestros legisladores sancionen una ley de aborto seguro, legal y gratuito. Es que el documental de Andrea Testa gira en torno a adolescentes, algunas ya madres, que transitan un (nuevo) embarazo o acaban de parir sin el deseo de traer un hijo al mundo. La realizadora argentina registra el diálogo entre estas jóvenes mujeres y trabajadoras sociales que las asisten en hospitales públicos del conurbano bonaerense. De las chicas retratadas, dos decidieron abortar: una bajo el amparo del inciso 2 del artículo 86 de nuestro Código Penal, que establece como «no punible» la interrupción de la gestación derivada de una violación. Testa coloca la cámara dentro de los consultorios, incluso de una sala de partos, a una distancia prudencial de las muchachas que responden las preguntas de las asistentes sociales y acatan las indicaciones de obstetras, parteras, enfermeras. Primeros planos, planos detalle, planos medios cortos apuestan a la elocuencia de miradas, lágrimas contenidas y derramadas, ceños fruncidos, cuellos tensos, labios más o menos dispuestos a verbalizar reflexiones y sentimientos. Por momentos los rostros dicen más que las palabras. Por momentos los testimonios ofrecen pistas inconfundibles sobre la influencia del discurso institucional. Por ejemplo la Iglesia asoma detrás de una chica de 13 años, que califica su embarazo nada planificado como «una bendición». Llama la atención la decisión de filmar en blanco y negro. Acaso Testa haya querido sugerir la envergadura histórica del fenómeno abordado. Sin dudas, los casos elegidos conforman una pequeña muestra de la cantidad de mujeres que pagaron y siguen pagando un altísimo precio por des/obedecer los mandatos machistas en materia de sexo, relaciones de pareja, maternidad. Asimismo es posible que la también co-directora de La larga noche de Francisco Sanctis haya buscado anular la malla luminosa y colorida que la sociedad patriarcal le impuso a la reproducción humana. De ser así, la realizadora lo logra con creces pues destroza el cotillón que nuestros creativos publicitarios despliegan cada vez que representan a adolescentes libres y divertidas, y a jóvenes esposas ansiosas por procrear y maternar. Testa ubica la cámara a una distancia respetuosa de la intimidad de las chicas y de la angustia que el embarazo y la proximidad del parto (o del aborto) les provoca. Los planos excluyen a las asistentes sociales, cuyas intervenciones son registradas a través de un micrófono y, dicho sea de paso, alimentan las esperanzas en torno a la reconfiguración un Estado (más) sensible a la problemática de estas ciudadanas especialmente vulnerables. Quienes crean vislumbrar en Niña mamá un ejercicio de cine militante «pro-aborto« harán bien en mirarla antes de validar el amague reduccionista. Entre otras cuestiones, esta nueva producción de Pensar con las Manos sugiere que, aunque sin dudas necesaria, la reclamada legalización dista de constituir una solución única e instantánea para las jóvenes argentinas arrinconadas contra las cuerdas –no sólo de la maternidad precoz– sino de debuts sexuales forzados, de enfermedades venéreas, de la violencia doméstica, de la adversidad económica, de la falta de contención familiar.
El derecho a decidir Através de duros y conmovedores testimonios, Niña mamá, dirigida por Andrea Testa (Pibe chorro), nos invita a reflexionar sobre de la necesidad de una ley aborto seguro, legal y gratuito en la Argentina. Son niñas, desprotegidas, maltratadas, sucumbidas ante un sistema que las hace a un lado y nos las deja decidir. Aquí son escuchadas, apoyadas ante un contexto que las ata. Con este documental, Andrea Testa nos envuelve, nos emociona, nos coloca en un lugar que como ciudadanos no podemos obviar y que nos obliga a involucrarnos. Son niñas condicionadas por un embarazo que les dificulta imaginar un futuro desde otra perspectiva. Su presente es retratado aquí de la manera más íntima posible, generando una precisión de emociones donde nada es superficial. Sus testimonios en primera persona nos profundizan en una realidad repleta de dolor y coraje. Las estadísticas hablan por sí solas: en Argentina, cada tres horas una niña menor de 15 años es obligada a parir. Son niñas de entre 13 y 15 años que llegan a los hospitales públicos del conurbano bonaerense repletas de interrogantes y miedos. Registrando a través del blanco y negro, la única lente de 50 mm se coloca como testigo preferencial de estos relatos sin obstaculizar ni amedrentar decisiones forzadas. Situaciones agobiantes, niñas víctimas de una sociedad violenta. Historias explicadas con el corazón en la mano. Una obra imprescindible en estos tiempos, la cual se debe celebrar y difundir. Son niñas, no madres. La realidad confronta con sus deseos. Niña mamá nos hace pensar en las posibilidades de decisión que existen en un contexto con tanta vulnerabilidad social. Ellas tienen el derecho a elegir, a decidir qué hacer con sus cuerpos. La libertad es lo más valioso y una ley de aborto seguro, legal y gratuito en la Argentina es una necesidad para poder ejercerla.
Creeríamos que la decisión por fotografiar a las entrevistadas en tonalidades grisáceas oprime los sentidos de Niña mamá, de Andrea Testa, desde el comienzo de su obra. Pero creyendo esto omitimos un detalle fundamental. Las figuras de estas mujeres ni veinteañeras y ya en proceso de embarazo o de parto, están enmarcadas dentro del plano por puertas o paredes al fondo. Este detalle nimio en apariencia habla de las posibilidades que está dejando la realizadora en su documental. Si bien no son puertas ni ventanas abiertas, la naturaleza simbólica de estos objetos permite el pensamiento de que estas niñas hechas mujeres por la fuerza de las circunstancias están buscando abrirse con alguien o siquiera consigo mismas. Y si el problema es que la película dependa en exceso de las narraciones de estas entrevistadas en planos fijos, la quietud de la cámara nos perturba o tendría que hacerlo frente a su desolación. Porque se muestran francas con respecto a sus propios deslices, el rol de víctimas está muy lejos de ellas mas no del engaño. Como su situación ya es de por sí grisácea y la fotografía insiste en esta paleta de tonos, lo que era inicialmente una atención a la expectativa se topa, hacia la mitad del relato, con los laberintos burocráticos del servicio público. Las voces femeninas que consultan a estas niñas madres, de hecho, están fuera de campo aunque expresen empatía. No olvidemos tampoco que hay tomas fijas como la de la madre agitándose mientras habla de los distintos engaños por los que pasó y las razones por las que prefirió darle su bebé a una amiga para que lo cuide mejor. Escenas como esta y una a continuación donde una chica de quince años, siguiendo consejos de la médica, considera la opción de abortar, muestran que los elementos técnicos de la película están templando una gravedad cotidiana no en pos del autoengaño, sino de cómo se enfrentan los deslices propios y ajenos desde la anonimia. En esas escenas específicas y al contrastar las posturas de ambas entrevistadas ante la cámara, vemos cómo se ponen en perspectiva las circunstancias agravantes más allá de lo que nos puedan conmocionar las condiciones lamentables frente a la torpeza de sus novios y las decisiones desacertadas de ellas. En sus respectivas escenas, casa una está de perfil pero a la primera la vemos a tres cuartos y con el rostro de frente; la otra desde la nuca pero auralmente firme en su postura. Es fácil concluir que la también guionista y productora está dándole rostro a estas madres por imposición mientras deja a la medicina en el nivel de voces firmes en su empatía y su alianza tácita. El abismo se siente en el hecho de que las entrevistadas están solas en sus respectivos planos como lo están sus miradas y sus narraciones. Sin música y con cortes precisos en el montaje, el ritmo del documental hilvana decisiones tomadas a partir de desengaños bastante cotidianos y más profundos que lo que escuchamos en las voces.
“Niña Mamá” de Andrea Testa. Crítica. Una realidad que golpea y preocupa. Un documental simple y directo, que a través de testimonios de niñas madres refleja la falta de educación sexual y la necesidad de políticas de estado que atiendan a jóvenes en estado de vulnerabilidad. Por Bruno Calabrese. El 16% de los casi 700 mil nacimientos que ocurren por año son de madres adolescentes de entre 15 y 19 años (en algunas provincias equivale al 25%) y más de 3000 son de niñas de 10 a 13 años. La gran mayoría de los embarazos no son planeados y ocurre porque los chicos desconocen cómo funciona su propio cuerpo, o por haber escuchado mitos falsos sobre la sexualidad y las formas de cuidarse. Andrea Testa elige mostrar esa realidad a través de la atención que reciben las niñas en un hospital público. La directora recoge testimonios y utiliza primeros planos cerrados de las jóvenes madres o futuras madres. De manera inteligente, la película solo se limita a mostrarlas a ellas y nadie más, solo escucharemos a los profesionales a través de breves consultas a los pacientes. A través de esos testimonios podemos encontrarnos con una diversidad de niñas y adolescentes particulares, cada una con un contexto diferente y circunstancias particulares a la hora de afrontar la maternidad. Así podemos ver una joven de 20 años que ya tiene 4 hijos y desea ligarse las trompas, pero el hospital no cuenta con turnos para poder realizar la cirugía. Otra cuyo embarazo proviene de una violación y decide llevar adelante un aborto. Sumados a diversos casos dónde la audiencia de una educación sexual adecuada es el principal motivo por el que se produce el embarazo. “Niña mamá” es simple y real, no recurre a maniqueísmos ni dramatismo para mostrar una realidad preocupante. Solo se limita a mostrar a las víctimas para reflejar la necesidad de una educación sexual integral y políticas públicas para atender estas cuestiones. Puntaje: 80/100.
La historia del estado es la historia del patriarcado y el ADN del estado es patriarcal. Segato, Rita. Contrapedagogías de la crueldad Una voz fuera de cuadro entra en diálogo con una joven de veinte años, madre de cuatro hijos. Su rostro, en primer plano, explica su deseo de no volver a pasar por una sala de parto. Tiene la decisión de ligarse las trompas de falopio, pero un sistema de salud deficiente obstaculiza el planeamiento de la intervención. La voz de la trabajadora social explica: la lista de espera de más de sesenta mujeres y la dificultad para adelantar su caso, ya que ella no es la excepción sino un emergente de un estado de situación. Cuando le pregunta por el padre del recién nacido y por el cuidado hacia ella, la joven concluye diciendo que con él no se puede hablar. Esa primera escena condensa el conflicto de Niña mamá, la nueva película de Andrea Testa (Pibe Chorro, La larga noche de Francisco Sanctis), o mejor dicho, el conjunto de conflictividades que atraviesan el presente vulnerable de un grupo de mujeres afectadas por una serie de violencias -físicas, psicológicas, simbólicas-, que sufren la violencia patriarcal de un sistema diseñado y reproducido a partir de diferentes modalidades: doméstica, institucional, obstétrica, contra la libertad reproductiva.
La directora de Pibe Chorro y codirectora de La larga noche de Francisco Sanctis dirige un documental sobre adolescentes embarazadas y lo hace observándolas y escuchándolas en los hospitales públicos a los que llegan. Una cámara fija, en blanco y negro, enfoca en cada escena a diferentes adolescentes que llegan a un hospital público por un embarazo. Allí las recibe una persona que las contiene e intenta guiarlas en las opciones que tienen. Esa voz la escuchamos pero no siempre vemos a su dueño/a, porque el foco está en estas chicas desprotegidas y muchas veces solas, pero también en ese entorno que las rodea, ese hospital público, ese Estado que debería protegerlas. Algo que tiene de valioso el documental que dirige Andrea Testa es que a través de todas estas historias se van contando muchas situaciones diferentes. Está la que ya va por el tercero o cuarto hijo, está quien después de algún embarazo decide no tenerlo, la que transita un primer embarazo apoyada por sus padres, quien está sola porque no tuvo otra opción que irse de su casa, quien sufre violencia de género doméstica, quien acude a la consulta con su bebé recién nacido, está quien no puede contemplar la idea de un aborto, ya sea por un tema religioso, porque teme morirse en una clínica clandestina o porque le inculcaron que si disfruta del sexo tiene que hacerse cargo de sus consecuencias, como si el goce propio no fuese un derecho sino algo que debe ser castigado. Todo un abanico de historias que terminan dejando en evidencia una realidad que necesita de la Educación Sexual Integrada y del Aborto Legal, Seguro y Gratuito. El blanco y negro que, en primera instancia, puede parecer distante le brinda sobriedad a un relato que no necesita discursos ni golpes bajos, que se limita a mostrar, a observar, a escuchar, y no a emitir juicio. Testa no baja línea pero nos enfrenta a una realidad que está y que no puede ser negada. Las escenas son largas y (nos) permiten ser testigos de estas conversaciones empujadas por las preguntas de la profesional y así es posible conocer cada una de estas historias tan diferentes y parecidas al mismo tiempo. Con las voces de estas profesionales sí a veces se pone un poco más didáctico hablando de las posibilidades que como mujer deberíamos tener y ahí aparecen los diferentes medios anticonceptivos, por ejemplo. Los preservativos, las pastillas, el DIU, la ligadura de trompas. Y también las limitaciones, como cuando una quiere ligarse las trompas pero el hospital no le da la posibilidad porque éste no da abasto y sólo realiza cirugías de emergencia. Niña mamá es un retrato crudo sobre una realidad fuerte y triste, hecho a través de una seguidilla de testimonios de chicas adolescentes y sus embarazos no deseados. Es una experiencia demoledora pero Testa muestra aquello que hay que ver para terminar de entender por qué se lucha por lo que se lucha.
Hay algo que hace ruido en esta propuesta de Andrea Testa, y no tiene que ver con la honestidad de las niñas madres que testimonian sus verdades frente a cámara. Algo más allá de esto, con la puesta, con las preguntas, con la distancia, con el acercamiento excesivo, impiden que su propuesta se consolide como algo diferente a la mediatización de las temáticas de agenda. Ni siquiera su cuidada fotografía permiten ver algo más que ese duro testimonio, “guiado?” de las protagonistas.
En los últimos tiempos, la pantalla documental nacional ha sido el vehículo primordial, elegido por varios de los realizadores para lograr visibilizar temas sociales que por diversas razones, ni el Gobierno ni diversas instituciones intermedias, quieren poner a la luz para que se abra abiertamente el debate sobre diversos temas que nos preocupan como sociedad. Como si dejándolos de mostrar, no existiesen, desapareciesen, quedaría guardada alguna fantasía de solución al mejor estilo de “ojos que no ven…”. Andrea Testa, con su documental “NIÑA MAMÁ” le pone imagen y les da voz a algunas de las tantas niñas/jóvenes que transitan los consultorios de un hospital público del conurbano bonaerense en su proceso previo a ser madres o la experiencia con sus bebés de pocos meses, incluyendo asimismo testimonios de mujeres que han decidido no continuar con su embarazo. La cámara de Testa se mueve en un espacio de intimidad y cercanía respecto de cada una de las historias, y a partir de allí, la libertad con la que maneja cada testimonio permite que aparezca esta diversidad de aristas que esconde cada historia. Son diferentes variables con las que trabajar, de acuerdo a cada caso: desde el miedo y la desprotección, el señalamiento social y el juzgamiento, la vergüenza, la falta de acompañamiento de sus parejas que se encuentran completamente ausentes, el abandono, los problemas que se suscitan en el seno familiar, la angustia por tener que tomar una decisión frente a la incertidumbre y el peligro que implica un aborto inseguro/clandestino, el desconocimiento, la violencia, la presión… y la soledad. Las estadísticas son verdaderamente escalofriantes: sabemos que en la Argentina de los 700 mil nacimientos que hay, aproximadamente, por año, el 16% proviene de madres adolescentes de entre 15 y 19 años y que en ciertas provincias ese porcentaje puede alcanzar hasta el 25% y que, a su vez, crece cada vez más la cifra de embarazos en niñas de 10 a 13 años. Cerca del 70% de estos embarazos adolescentes no han sido planificados, se basan en el absoluto desconocimiento de cómo funciona su propio cuerpo y muchas veces se encuentran apoyados en falsos mitos respecto de la sexualidad y los métodos de anticoncepción. La fuerza de la propuesta de Andrea Testa es poner su cámara solidariamente al servicio de estas mujeres, para escucharlas, para darle un rostro y una voz a esta problemática, para contenerlas, para generar un espacio de reflexión donde desaparece por completo su propia figura como directora y deja fluir libremente la potencia del testimonio desnudo y sin artificios que nos brindan cada una de ellas, en su espontaneidad, en su ingenuidad, en su dolor, en esa manera de entrar a su realidad. Su trabajo documental logra armar un solo cuerpo en donde el común denominador es el desamparo: no solamente por parte de sus propias familias y de sus propias parejas sino fundamentalmente de un Estado ausente que no legisla y no ayuda ni contiene. Es imposible no empatizar rápidamente con la mirada que propone la directora, visibilizando estos temas como una de las tantas formas de empezar a ocuparnos de una vez por todas de estas jóvenes completamente abandonadas a una suerte esquiva. Presas de un cúmulo de presiones familiares, prejuicios, mandatos, maneras de pensar que no les pertenecen pero que las hacen propias, cada una de estas niñas / jóvenes / mujeres se encuentran claramente imposibilitadas de hablar desde su verdadero deseo, no son dueñas de su propio cuerpo –ni, en el fondo, de su propia vida-, quedando atrapadas entre los vericuetos legales, sociales y de ciertos principios religiosos, todas estructuras complejas y difíciles de atravesar y abandonar, sin la ayuda de un acompañamiento profesional que trabaje en esta sintonía. Algunas miradas de dolor, voces que se quiebran en un llanto, sueños que se estrellan contra esta realidad aplastante, nos involucran y nos obligan a abandonar, de una vez por todas, la indiferencia y la distancia con la que solemos entrar en algunos de estos temas que nos parecen tan alejados a nuestro cotidiano. Andrea Testa nos los acerca para tomar conciencia de que esto sucede a nuestro alrededor, aunque no lo queremos ver y que finalmente el Estado pueda comenzar a legislar activamente sobre estas cuestiones y destinar presupuesto para que, por ejemplo, acceder a un método anticonceptivo no sea una tarea ciclópea e imposible. De esta forma “NIÑA MAMA” se transforma en un documental ineludible, ese que nos involucra y nos plantea un trabajo de construcción colectiva y fundamentalmente, un cambio de mirada de manera urgente. POR QUE SI: «La fuerza de la propuesta de Andrea Testa es poner su cámara solidariamente al servicio de estas mujeres»
"Solitaria e irreversible decisión" El documental nos muestra varios casos de adolescentes vulnerables aunque sin profundizar en ninguno en particular. Sin embargo, abre el abanico a las tantas variables que esta sociedad, a veces hipócrita y el poder, ocultan a como dé lugar, mientras en paralelo la injusticia cobra mayor relevancia en desmedro de las víctimas. Tiene como objetivo concientizar al espectador con respecto a lo que sufren las niñas-mujeres, haciendo foco en el momento en el que se enteran que van a ser madres, el contexto familiar y la pareja. Niña mamá (2019), es un documental dirigido y escrito por Andrea Testa, transcurre en la intimidad de los consultorios de un hospital público del Conurbano bonaerense, retrata diferentes casos de mujeres jóvenes que transitan o transitaron maternidades en su adolescencia, atravesadas por situaciones de vulnerabilidad, desamparo y violencia ejercida sobre sus cuerpos, tanto por parte de su entorno más cercano como la misma sociedad que las condena. La directora elige el formato blanco y negro para todo el documental, quizás al utilizar la paleta de grises, ubique al espectador sobre ese sector gris, un matiz que existe en la humanidad y mucho más de lo que observamos. Este gris excluye estos casos, quizás por lograr catalogarlos o ubicarlos en algún lugar. La cámara se fija sobre el relato de las protagonistas; guiadas por asistentes sociales y doctoras, conocemos sus historias. La directora nos invita a reflexionar, más allá de la postura tomada con respecto al aborto, a considerar otras realidades y a generar empatía con ellas, lo cual considero que lo logra. Es que no se trata de blancos o de negros, puesto que en la vida, muchas veces, los hechos no están escritos en libros y sobrepasan a las personas. Da la sensación para ciertas mujeres, que deben actuar y tomar una fuerte decisión, desde un lugar que existe de forma paralela a la realidad, tal vez, uno de los lugares más injustos y solitarios. Pero este documental nos dice que, muy lejos de solucionar la problemática de la interrupción del embarazo, los mismos se incrementan, provocando mayores peligros para las mujeres."¿De qué forma podemos ayudar todos, en calidad de ciudadanos, a todas las mujeres que no elijen el aborto, sino que lo deben realizar por diferentes motivos personales y decidir sobre su cuerpo? Cuestiones relacionadas con la familia, escuela, crianza, falta de instrucción, violencia, maltratos, exclusión, entre otras. No sé si alguien tiene la respuesta, pero con certeza, juzgar la decisión de las víctimas, es lo opuesto a buscar una conciliación justa para todos." Calificación: 7/10 Título original: Niña mamá Año: 2019 Duración: 66 min. País: Argentina Dirección: Andrea Testa Guion: Francisco Márquez, Andrea Testa Fotografía: Gustavo Schiaffino (B&W) Reparto: Documentary Productora: Pensar con las Manos Género: Documental
El cine argentino está atravesado por la actualidad. Uno de sus puntos sensibles es el justo y necesario reclamo contra los femicidios, la violencia de género y en favor de la promulgación de la ley que permita finalmente la interrupción voluntaria del embarazo. Estas manifestaciones se hacen carne en una cantidad importante de películas cuya aparición obedecen a una emergencia social y al planteo de cambios en torno a paradigmas dominantes. Sin embargo, si solo nos atuviéramos a las consideraciones éticas en la valoración cinematográfica, arrojaríamos un manto de silencio y a otra cosa. Pero el cine, como cualquier arte, excede la inmediatez y añade otros componentes. Confundir una causa justa que pertenece al orden de lo real con su tratamiento en una película es, al menos, discutible. Tal es así que el presente nos brinda la posibilidad de encontrar numerosos exponentes en la pantalla que giran en torno a cuestiones decisivas como la maternidad, al replanteo de la noción de familia y de identidad. Nada más saludable que ello, a pesar de que no todas las películas sean especialmente relevantes en términos estéticos o puedan crear cierta ambigüedad en sus planteos o regodeos en torno a la primera persona. Niña mamá, el reciente documental de Andrea Testa, es significativo en muchos aspectos. Uno de los principales es su desnudez, su transparencia. Para ello, hay un principio formal que regula el acercamiento a cada una de las historias de las chicas que acuden al hospital público y consiste en visibilizar sus cuerpos y sus rostros, no perder de vista los gestos, las miradas y fundamentalmente escucharlas. En un perfecto blanco y negro, cada plano respira con la distancia necesaria de una cámara que siempre respeta el espacio de intimidad (aunque inevitablemente lo transgreda) entre las asistentes y las jóvenes. El discurso institucional de contención (que reivindica a las políticas públicas ante la demonización frecuente hacia sus empleadas) está fuera de campo visual porque, en definitiva, forma parte de la órbita de lo profesional/humano. En cambio, cada historia contiene el marco que amerita: el habla frente a la cámara o el dolor acompañado con la prudencia que se merece. Otro matiz destacable es que las historias permiten dar cuenta de la vulnerabilidad de sectores sociales que parecen olvidados en la representación que el cine argentino suele hacer de estos temas, o, en ocasiones, al modo. Aun en películas que son muy ricas en sus formas, se advierte un movimiento embudo hacia cuestiones que solo pueden plantearse mujeres y hombres de un estrato social estable y que recaen en cierto individualismo urbano existencialista, más allá de la naturaleza legítima de los planteos. La diferencia que advierto con el documental de Testa es que desde su título mismo hay una voluntad por destacar un colectivo con problemas similares, en entornos donde se les hace creer a las chicas que un hijo es una bendición porque sí, que está mal abortar, que hay bancarse las consecuencias, o que está bien que sean abandonadas por sus parejas para afrontar el embarazo porque ellos no tienen la culpa. Los relatos pueden diferir, pero el discurso subyacente es el de la desidia y el de la carencia de una ley que les permita decidir a las mujeres qué hacer con su cuerpo más allá de los principios religiosos que cada cual tenga. La violencia recorre las historias y abarca aristas que van desde lo familiar hasta las instituciones, incluidos los retos de los obstetras como si fueran curas. Este gesto discursivo, el de escuchar y hacer visibles las experiencias de chicas que no superan los dieciséis años y que provienen de lugares periféricos, no es menor. Del mismo modo que una de las asistentes sociales le recalca a una adolescente que el espacio de conversación que comparten es sagrado y que le pertenece más allá de las demandas de los otros, el repliegue de la cámara de Testa hacia los círculos de intimidad en las habitaciones cumple con ese deseo. El plano final permite espiar a través de una puerta el cuerpo sentado de una niña mamá que espera. Es una imagen individual, pero su resonancia es colectiva y no hace más que interpelarnos como sociedad. Por Guillermo Colantonio @guillermocolant
Niña Mamá, documental de Andrea Testa, responsable además del guión junto a Francisco Márquez, es el perfecto ejemplo del valor del cine como herramienta social al servicio de la reflexión y la clarificación acerca de que sucede con las clases más postergadas y todo lo vinculado a la información sexual, prevención sexual, aborto, violencia de género y la necesaria contención (o la ausencia de ella) de niñas que deben atravesar solas situaciones de extrema vulnerabilidad y necesidad. Es allí donde la cámara de la directora asoma, desde la exacta distancia y respeto y retrata, sin concesiones ni tampoco subrayados, los dolores, angustias, soledades, conmociones, ultrajes, sometimientos, abandonos, mandatos, desinformación de niñas (entre 13 años, algunas de ellas), y como deben lidiar con la ausencia del Estado a un tema acuciante y su olvido, postergación, silencio y marginación. Es ésta la realidad que debe discutirse y que nos interpela, como pertenecientes a un colectivo que ha decidido invisibilizar este lacerante paradigma. El duro retrato del cotidiano que se desarrolla en hospitales del Gran Buenos Aires ha sido crecientemente postergado, como estos cuerpos sufrientes, hijos del olvido y el prejuicio, a la espera de una necesaria intervención que opere de manera transformadora. Niña Mamá se constituye en un acertado disparador de la sumisión de las clases más vulnerables a una realidad destructora, impiadosa y dañina, hasta ahora camuflada con éxito por parte de algunos representantes en las cámaras del Congreso de la Nación Argentina. POR QUE SI: «Perfecto ejemplo del valor del cine como herramienta social al servicio de la reflexión y la clarificación»
Andrea Testa es una cineasta que se preocupa mucho por las cuestiones sociales. Abordó el tema de los derechos humanos en la ficción «La Larga Noche de Francisco Sanctis» y la construcción social sobre el delito y la violencia en el documental «Pibe Chorro». En esta oportunidad, vuelve a poner sobre el tapete problemáticas fundamentales como el embarazo adolescente, la educación sexual y el aborto. «Niña Mamá» es un documental filmado en blanco y negro que transcurre en la intimidad de los consultorios de dos hospitales públicos de La Matanza y Tres de Febrero. Allí tendremos el testimonio de diferentes jóvenes que están embarazadas, tuvieron recientemente un hijo o prefirieron no convertirse en madres. Un relato desgarrador sobre la realidad que viven muchas mujeres a una corta edad sin tener ningún tipo de preparación previa. A través de diferentes conversaciones que tienen las protagonistas con una trabajadora social del hospital, podemos adentrarnos en el mundo de la maternidad juvenil desde una mirada intimista que nos interpela por su cruda sensibilidad. Se tocan temas como el embarazo o el parto, mientras surgen otras cuestiones más delicadas sobre su cuidado, la desinformación, el acompañamiento (o no) familiar o de su pareja, abandonos, el aborto o adicciones. Todas situaciones que le dan un marco particular a esta maternidad que si bien pudo haber sido aceptada o no, en ningún caso fue buscada. La mayoría de los diálogos son muy fuertes, se logra conmover al espectador simplemente por las charlas. En este sentido, hay que destacar el trabajo que se realizó detrás para que las niñas tomen la confianza suficiente para hablar frente a cámara sin notarla, simplemente abriendo su corazón. La directora busca mostrar planos cuidados y respetuosos de las jóvenes. En su mayoría son visitas al consultorio, mientras que también se filma el vínculo que crea la madre con su hijo o controles a los que asisten. Al estar filmada en blanco y negro, se priorizan más los diálogos, aunque la imagen también cuenta por sí misma, le agrega dramatismo y resalta los gestos y miradas de las jóvenes. Si bien la cámara es una mera observadora de la realidad, la película plantea una línea bastante marcada. No solo quiere mostrar lo que sucede con las madres adolescentes, sino también instaurar el debate sobre la importancia de la prevención, con la educación sexual en las escuelas, y poner el deseo de la mujer en primer lugar. El documental se enmarca en la actualidad de nuestro país y es valioso que presente una postura reflexiva y contundente. En síntesis, «Niña Mamá» busca visibilizar una temática de vital importancia para las mujeres (y para toda la sociedad), al mismo tiempo que promueve una educación sexual de calidad y la opción del aborto legal, seguro y gratuito para aquellas que no tienen el deseo de ser madre, a partir de conversaciones fuertes y sentidas que se mantienen con las protagonistas.