Invocación fallida
Antes que nada explicitemos el origen de la paupérrima Nine (2009) para tomar conciencia de hasta dónde puede llegar Hollywood en su infinita voracidad comercial. Aparentemente el mismo Federico Fellini dio el visto bueno para que a principios de los ’80 su obra maestra 8 ½ (1963) se transformase en un típico musical de Broadway, el cual resultó ser un verdadero éxito tanto en Estados Unidos como en el Reino Unido. Tres décadas más tarde y como era de esperar, hoy arriba la adaptación cinematográfica de aquel espectáculo.
La dirección quedó en manos de Rob Marshall, responsable de la interesante Chicago (2002) y la aparatosa Memorias de una Geisha (Memoirs of a Geisha, 2005). Aquí literalmente apuesta a seguro y reproduce el esquema de su opera prima: elenco saturado de estrellas, meticulosidad formal, tono tragicómico, citas múltiples y cuadros musicales en un set estable, apenas con algún que otro cambio de canción en canción. El problema principal pasa por el hecho de que toda la propuesta está impostada y carece del encanto necesario.
Quizás los “detalles” más patéticos los encontramos en el idioma elegido, un inglés con un ridículo acento italiano, y el contexto general de la historia, la producción de un film intitulado nada menos que “Italia”. Pero como si esto fuera poco en esta ocasión en vez de analizar la crisis profesional y existencial de Guido, un cineasta muy parecido a Fellini, se ha decidido privilegiar la vertiente melodramática vinculada al triángulo amoroso con su mujer y su amante: el proceso creativo casi desapareció, sólo hay devaneos románticos.
Llama la atención que Daniel Day-Lewis, quien viene de la extraordinaria Petróleo sangriento (There Will Be Blood, 2007), se haya prestado para semejante despropósito sin pies ni cabeza. Aunque cumple con lo justo y se notan sus buenas intenciones, los zapatos del gran Marcello Mastroianni le quedan demasiado grandes. Sus “chicas” también dignifican dentro de sus posibilidades: Sophia Loren, Judi Dench, Nicole Kidman, Marion Cotillard, Penélope Cruz, Kate Hudson y “Fergie”, la cantante de The Black Eyed Peas.
El guión de Michael Tolkin y Anthony Minghella no tiene la más mínima magia y da vueltas ensimismado alrededor de la corrección política, el homenaje bobo cinéfilo y la repetición hueca de una trama- exploración ya clásica, a la cual no renueva en ningún sentido. Las canciones de por sí son lamentables, las interpretaciones funcionan en piloto automático y las coreografías aburren por lo rudimentarias. En el pasado Marshall invocó con éxito el aura de Bob Fosse: con Fellini, un extranjero, se equivocó a más no poder...