Performance de terror
En un edificio abandonado, un viejo psiquiátrico, sucede casi todo. Lo mejor está ahí, la textura del sitio, su atmósfera, luces, fotografía, ritmo. El suspenso que supone un thriller psicológico -que luego pasa de pleno al género terror- están correctamente diseñados. En el arranque, todo parece funcionar. Luego, un guión algo enrevesado terminará por quitarle envión a la propuesta. Aun -y a pesar- de hallar un final consistente. Gustavo Hernández, director de "No dormirás", consiguió la locación justa, y la ambientó de manera impecable. Se trata de una película "grande" para el director uruguayo que lo anteceden sólo proyectos pequeños en presupuesto, con generosos recursos de posproducción puestos al servicio de una idea noble. La actuación de la española Belén Rueda luce sólida, atractiva, eficaz, y sostiene la película. Eva De Dominicci deja todo en la cancha, va a todas las escenas con lo mejor que tiene, pone el cuerpo, no escatima. Aunque hay algo de la exigencia dramática que en este caso la excede: el terror no fluye tal vez con todos los matices de su lenguaje facial, un requerimiento decisivo para el género. El motor de la narración dramática es el insomnio. La historia plantea la tesis de la falta de sueño prolongada como plataforma posible para una creación artística superior. El método violento que encuentra la directora teatralpara mantener despierto a sus actores tiene formato de sesión de tortura, el "submarino", aterra al espectador. Puede percibirse como una performance actoral en el límite, o como una escena de tormentos en la Esma, en 1976. Un interrogante sobre su verosimilitud inquieta en ese punto a la historia ficcional.