El israelí Assaf Bernstein dirigió en el 2007 una película ("The debt") ,que tuvo el suficiente reconocimiento como para que en el 2011 John Madden dirigiera la remake norteamericana protagonizada por Helen Mirren. Pero desde entonces no volvió a ponerse tras las cámaras.
Hasta ahora, que con un guion escrito por él mismo se introduce en el cine de terror. “No mires” comienza con la imagen de una ecografía en el que se ven dos bebés. Apenas minutos después, la protagonista encuentra escondida detrás del espejo una imagen de ese mismo ultrasonido. Desde el vamos la película anticipa una seguidilla de situaciones forzadas a inverosímiles.
La historia gira en torno a María, una adolescente que además de sufrir todos los cambios y revoluciones propias de la edad y las hormonas lidia con sus padres envueltos en un matrimonio de apariencias y el constante bullying que sufre en la escuela.
Hasta que descubre a alguien del otro lado del espejo, con su viva imagen, alguien que le habla y le hace cuestionar cosas que ya sabía pero que se la pasaba reprimiendo. Este reflejo en el espejo se hace llamar Airam (no esperemos sutilezas) y de a poco va transformando el día a día de la adolescente.
La insta a enfrentarse a sus problemas, a las personas que la molestan, y a ganar confianza en sí misma. Sin embargo no se torna suficiente y los verdaderos cambios se producirán cuando decidan intercambiar lugares.
María queda encerrada y aflora Airam con un plan de venganza que va contra sus compañeros de colegio (el chico que le gusta, el chico que la trata mal y su supuesta mejor amiga) y luego con sus padres, uno un cirujano plástico superficial e hiriente en sus comentarios y la otra una mujer dócil que prefiere callar y fingir que no pasa nada cuando sabe que su matrimonio es una mentira.
Airam en el cuerpo de María va cobrando su venganza primero al mejor estilo Carrie en su escuela para luego enfrentar y enfrentarse con la figura de sus padres, quienes guardan el secreto sobre quién es realmente María/Airam.
El film cuenta con una fotografía aunque fría y cuidada hasta el punto de sentirse artificial que de todos modos le juega en favor para esta historia sobre reflejos por narrar. El problema radica principalmente en un guion que se mueve entre lo obvio y lo inverosímil.
Y la interpretación de India Eisley como la protagonista no llega a estar del todo lograda, quizás con alguna excepción en alguna que otra escena.
Aunque Mira Sorvino como la sumisa madre y Jason Isaacs como el demandante padre funcionan, a ambos se los siente desaprovechados. Estamos entonces ante una historia de doppelgänger y una coming of age que no logra levantar vuelo en ningún momento más allá de presentarse como una propuesta interesante y con riesgo. ¿Es una posesión? ¿Una alucinación? ¿Es la personificación de sus deseos reprimidos?
Tampoco se termina de ahondar en estas posibilidades. En resumen, nos encontramos ante buenas ideas plasmadas en una película sin ritmo ni inspiración, olvidable y que durante gran parte resulta incluso aburrida. Una oportunidad perdida para el director israelí.