Sobre la liturgia pública.
Hubo una época en la que las comedias italianas satíricas constituían una verdadera fuerza de choque a nivel cultural, siempre disparando dardos contra distintos ingredientes de la idiosincrasia local y europea. Todo aquel cine apuntalado en el grotesco y la ironía costumbrista de a poco corrió la misma suerte de gran parte de la producción del viejo continente, ya que las sucesivas generaciones de artistas que dominaron el panorama desde fines de la Segunda Guerra Mundial terminaron de desaparecer entrada la década del 90, lo que nos dejó huérfanos de comediantes en particular y de autores talentosos en general. Lamentablemente durante los últimos lustros los herederos de aquella troupe no estuvieron a la altura de las circunstancias y apenas si se debatieron entre la nostalgia sin sustento o la imitación lisa y llana de las fórmulas de siempre de Hollywood, fallando en ambos campos.
Dentro de este estado de las cosas, ¡No Renuncio! (Quo Vado?, 2016) funciona como una interesante anomalía porque si bien se ubica lejos de la jerarquía cualitativa de los grandes clásicos de los 50, 60 y 70 de Italia, por lo menos hace un intento más que digno por recuperar el tono de las parodias sociales más desquiciadas y hasta se sirve con inteligencia de elementos contemporáneos como un ritmo narrativo veloz símil sitcom y un esquema anímico que abraza esa ciclotimia policultural y bastante ridícula de nuestros días. El film se toma en solfa un tópico furiosamente actual, léase la desregulación laboral y los despidos en el Estado, con el objetivo de atacar -de manera difusa- la soberbia de los empleados del sector público y las estrategias sumamente crueles a partir de las cuales los esbirros de la tecnocracia pretenden suprimir los derechos ganados con abnegación a lo largo del tiempo.
El gran protagonista es Checco Zalone, a quien en la ficción se le respeta su nombre real, hoy un adalid de los “puestos fijos”: con un pasar más que cómodo como un funcionario dentro del Servicio de Caza y Pesca de un pueblito, Checco es un egoísta que mantiene con la correa corta a su familia y que considera que el mayor tesoro del mundo es gozar del privilegio central de los trabajadores estatales en planta permanente, eso de no poder ser despedido. Cuando el gobierno decide reducir la burocracia y presiona en pos de renuncias masivas a cambio de indemnización, Zalone se pone firme y comienza a soportar una serie de traslados como represalia por no abdicar. La encargada de echar a los elegidos, la Doctora Sironi (Sonia Bergamasco), termina enviándolo a una estación científica en el Ártico, donde el susodicho se enamora de la investigadora Valeria (Eleonora Giovanardi).
Para aquellos que no lo sepan, vale aclarar que ¡No Renuncio! es la película italiana más taquillera a nivel del mercado doméstico, superando a un sinfín de tanques de Hollywood. La propuesta del realizador Gennaro Nunziante, en su cuarta colaboración consecutiva con Zalone, cuenta con un planteo cómico muy simple aunque sin duda divertido, gracias a una combinación atinada de chistes costumbristas, delirio de base, bufonadas clásicas, romance, disputa cultural, obstinación y actuaciones de lo más efervescentes. En este sentido, el simpático desempeño de Zalone -aquí también en el rol de guionista, junto al director- moviliza la narración a pura levedad y éxtasis, retomando algunos detalles sardónicos de la comedia popular italiana y unificándolos con las paradojas de una liturgia administrativa en la que cohabitan los buenos empleados, los parásitos y los eficientistas más inhumanos…