La nueva película del prolífico Paolo Virzi ("El capital humano", "Loca alegría") está situada durante la final del Mundial de 1990, aquel que tuvo a Italia como anfitriones pero terminan derrotados ante la Argentina.
La historia comienza con esta noche mágica en la que se encuentra dentro de un auto que cae al agua el cuerpo de un productor de cine. Y las pericias indican que no se murió ahogado.
A partir de una imagen que el ahora fallecido tenía encima, una fotografía de esa misma noche, llegan a tres jóvenes que podrían ser sospechosos.
A la hora de contar su historia ante la policía, el tiempo vuelve hacia atrás a cómo se conocieron. Son ni más ni menos que tres guionistas finalistas de un importante premio que sumerge a estos personajes muy diferentes al mundo del cine.
Es interesante que se introduce en este mundillo desde la mirada del guionista, rol vital y sin embargo tantas veces invisibilizado. Así se muestra cómo grandes autores cedieron a sus libertades, o a camadas de escritores trabajando de manera robotizada en una misma historia.
Virzi apuesta a la comedia pero más que humor lo que genera es un constante caos.
Personajes que entran y salen, situaciones absurdas o irónicas, estereotipos y, por ahí abajo, un homenaje hacia el cine italiano que fue, y/o una crítica hacia el cine italiano que se viene. Lo que llama la atención desde el título y desde el poderoso comienzo de la película, el contexto que une tanto a los italianos como a los argentinos, no termina siendo más que anecdótico, darle un poco de color sin cobrar mayor importancia.
Si bien los tres personajes principales tienen buena química, la construcción de cada uno de ellos por separado es más bien pobre, apelando a trazos gruesos y rasgos estereotipados o caricaturescos (la chica depresiva, el muchacho que sólo quiere pasarla bien entre mujeres y el intelectual y retraído).
El guion, que escribe Virzi junto a Francesca Archibugi y Francesco Piccolo, tampoco logra jugar con los elementos que tiene a su alcance. Incluso hay una especie de epílogo que no consigue encontrar su lugar en el relato.
Es entendible que lo que le interesa al director es mostrar lo absurdo de todo este mundo, donde las cosas más inesperadas se tornan corrientes, y la historia así se mueve de manera frenética entre cada uno de estos tres personajes. “Noches mágicas” es un film que apuesta a la melancolía y a la nostalgia, al retrato de una época pasada que siempre luce mejor.
Pero lo hace de manera provocadora y caótica, consiguiendo algunos momentos divertidos y otros tanto más bien reiterativos y llenos de clichés que convierten a la película en un vano intento de homenaje.