Obsesión

Crítica de Emiliano Fernández - Metacultura

La gente no cambia

Si se tiene presente lo repetitivo que es el Hollywood contemporáneo y la ausencia de ideas novedosas o una mínima ejecución llamativa de premisas de antaño, bien se puede decir que Obsesión (Serenity, 2019) logra destacarse en el panorama actual cayendo en un simpático ridículo involuntario como la gran industria hace tiempo no ofrecía, casi siempre volcada a entregar bodrios para el público lobotomizado por esa colocación de productos a gran escala (superhéroes, remakes, secuelas, etc.): parece que la meta detrás del proyecto por parte del director y guionista Steven Knight era hacer un neo film noir en la tradición de Cuerpos Ardientes (Body Heat, 1981), La Última Seducción (The Last Seduction, 1994), Traición Perfecta (Red Rock West, 1993), Sangre y Vino (Blood and Wine, 1996) y Camino sin Retorno (U Turn, 1997), aunque con una linda vuelta de tuerca fantástica de por medio.

La historia deja bien en claro desde el inicio su pretendida reformulación de los engranajes del policial negro: el eje del relato es Baker Dill (Matthew McConaughey), ex militar y dueño en bancarrota de un barco pesquero, Serenity, que suele alquilar a turistas que caen en la paradisíaca Isla Plymouth, un señor sin dinero para pagarle a su ayudante y amigo personal Duke (Djimon Hounsou) y acreedor de unos billetitos por acostarse con la también veterana -y muy apetecible- Constance (Diane Lane). Mientras Reid Miller (Jeremy Strong), un bizarro representante de una compañía llamada Fontaine, anda persiguiéndolo para ofrecerle un equipo de rastreo de peces, su ex esposa Karen (Anne Hathaway) se aparece con la propuesta de asesinar a su actual marido, el magnate de la construcción y abusón Frank Zariakas (Jason Clarke), a cambio de diez millones de dólares en efectivo.

El devenir comienza a enloquecer cuando descubrimos que Baker tiene una especie de conexión telepática con el hijo que tuvo con Karen, el fanático de la programación Patrick (Rafael Sayegh), quien a su vez suele ensimismarse en su computadora para evitar ser testigo de las palizas de Frank a la mujer. Gran parte del metraje da vueltas sin demasiada coherencia en torno al planteo de si Dill arrojará o no a su potencial víctima a los tiburones haciendo pasar todo el asunto como un “accidente” durante un intento por capturar a un atún gigantesco llamado Justicia, con el cual Baker está obsesionado. Knight, un británico que acumula tantas creaciones potables como mamarrachos como guionista y que venía de entregar la interesante Locke (2013) en su faceta adicional de realizador, apuesta a diálogos y situaciones muy acartonadas y previsibles que hacen al ABC de los thrillers alrededor de la clásica femme fatale y sus ruegos, pero ahora generando poco y nada de erotismo, mucho menos misterio y sí una buena tanda de incredulidad a medida que el desarrollo nos va acercando sin medias tintas a una variante de la ciencia ficción moral que se siente un tanto forzada y nunca termina de convencer o de “dejarse aprovechar” en los términos pautados.

A través del personaje de Miller la película invoca un sustrato freak y muy particular que la emparenta con distintos elementos de opus similares como Abre los Ojos (1997), Ciudad en Tinieblas (Dark City, 1998), El Piso 13 (The Thirteenth Floor, 1999), The Matrix (1999) e Identidad (Identity, 2003), obras en las que se cuestionaba el grado de libertad del hombre en la sociedad y hasta qué punto somos títeres de poderes plutocráticos y/ o deseosos de un control absoluto de tipo experimental/ sádico. Knight lamentablemente no sabe cómo mezclar los géneros sin terminar en la banquina de la autoparodia, siempre recurriendo a personajes unidimensionales y charlas insólitas que tiran frasecitas de manual, aunque por otro lado resulta innegable que el trabajo en su conjunto guarda un atractivo morboso alrededor de la chance de presenciar cuántos clichés y delirios varios más pueden sumarse a la mixtura, circunstancia que por cierto transforma a la inusual experiencia en un convite relativamente entretenido dentro de todo. Otros dos factores redentores son el excelente desempeño del elenco y la idea de fondo de que la gente no cambia, por ello mismo el ofuscado Baker debe faenar al psicópata de Frank a instancias de una compungida Karen…