Lo que guarda el espejo
Tim Russell (Brenton Thwaites) es un jóven que ha pasado algunos años en un neurosiquiátrico, luego del asesinato de sus padres. Ahora solo quiere alejarse de los recuerdos y tratar de recuperar su vida, pero su hermana Kailie (Karen Gillan) lo presiona para volver a la casa donde vivían, y analizar lo que sucedió para llegar a la verdad, ya que está convencida de que el culpable del crimen es un espejo que había en la casa.
La tensión entre los hermanos que poseen teorías diferentes sobre lo sucedido es lo primero que nos atrapa de la historia, la hermana cree que fue algo sobrenatural, una fuerza ajena, y para demostrarlo ha realizado una minuciosa y obsesiva investigación. El hermano luego de años de terapia, tiene una hipótesis más racional, vinculada con traumas infantiles y discusiones familiares.
En paralelo, vemos la historia de la familia once años atrás, cuando recién se mudaban a la casa donde luego sucedió la tragedia. Así, entre las imágenes del pasado y las teorías de los hermanos, se va armando el rompecabezas.
De algún modo ambos tienen razón, hay elementos tanto trágicos como sobrenaturales en la historia, y los primeros son más interesantes que los segundos que parecen estar ahí para rellenar la historia con efectos y sustos y hacerla más entretenida, o más comercial.
Las actuaciones son correctas, la fotografía también, y la casa como escenario principal de la historia crea un clima cerrado, entre el pasado y el futuro, cada vez más claustrofóbico en el que quedan atrapados los protagonistas, capaces de sufrir cualquier penuria con tal de saber qué pasé.
Como viene sucendiendo ultimamente con las películas de terror, no hay nada demasiado nuevo, muchas fórmulas se repiten, y algunos productos son más interesantes que otros, pero no mucho. Este es uno de ellos.