El arte es de todos
La nueva película de George Clooney como director se basa en el robo de obras de arte por parte del ejército nazi durante la Segunda Guerra Mundial. Un film correcto gracias al carisma de sus figuras, quienes le aportan un tono de comedia descontracturada al relato, aunque cierto patriotismo bélico de su discurso termine haciendo ruido.
Operación monumento (The Monuments Men, 2014) narra la historia de un grupo comando enviado por el presidente norteamericano Roosevelt durante la Segunda Guerra Mundial a impedir el robo de obras de arte por parte de los nazis, quienes buscan abastecer el megaproyecto de Hitler: un “Museo del Reich” con el arte de toda la humanidad. Este pelotón peculiar de especialistas en la materia devenidos soldados (George Clooney, Matt Damon, Bill Murray, John Goodman, Jean Dujardin, Hugh Bonneville y Bob Balaban) deberá recuperar los máximos tesoros de la civilización de manos nazis, antes de que lleguen los soviéticos.
No hay dudas de que el cine de George Clooney es un cine discursivo. A lo largo de su carrera detrás de cámara a esbozado cada vez de forma más explícita, su manera de pensar grandes temas. Siempre desde una óptica progresista, contundente y critica. Lo hizo en Buenas noches, y buena suerte (Good Night, and Good Luck, 2005), también en Secretos de estado (The Ides of March, 2011), y lo reitera ahora con Operación monumento.
El robo de obras de arte es una aberración y, como bien dice su personaje, la mayor pérdida de una civilización. Eso es evidente. Ahora bien, suena raro el discurso del personaje de Clooney al referirse a las obras: “El arte de nuestra civilización”. ¿Está hablando de la civilización americana? ¿De la occidental? Porque las obras fueron realizadas en Europa, no en América (son obras de Rembrandt, Renoir, Picasso, Rodin, Miguel Ángel). Y si habla entonces de la civilización occidental ¿por qué los norteamericanos se proclaman dueños de la misma? Por tal motivo es gratificante que el tono del film sea cómico, al mejor estilo de la serie M.A.S.H. (1972), para alivianar la carga de solemnidad sobre los mensajes –con bandera de Estados Unidos inclusive- que bajan ya no tan subliminalmente.
Las preguntas continúan ¿por qué deben apurarse a recuperar las obras antes de que lleguen los soviéticos? ¿Los soviéticos iban a robarlas también? ¿No saben cuidarlas tan bien como ellos? Nunca queda claro en la película, un dato que jamás se explica.
Si nos despegamos del discurso bélico de Operación monumento, y nos anclamos en el valor del arte para una sociedad, ahí si coincidimos con Clooney en su relato. Pero nuevamente cae en un lugar común al culpar a los nazis (los grandes malos del mundo contemporáneo) de la aberración del robo de arte. Los británicos también cometieron el mismo delito a lo largo de la historia y continúan exhibiendo las obras en sus museos alegando que nadie las cuidará mejor que ellos. Sería ideal algún día, un film que los denuncie con la misma vehemencia.