Dilemas de familia
Una de las situaciones más gratificantes como espectador es la ocasional sorpresa que el medio nos puede deparar, esos instantes en los que se descubre una pequeña maravilla cuando los ropajes tradicionales del subgénero no prometían mucho que digamos (superar los prejuicios y entrar a la sala no es tan difícil después de todo). Por fin estamos ante un film navideño que utiliza dicho contexto de forma inteligente, no para ensalzar el espíritu de siempre sino más bien con vistas a exponer la dinámica de una familia disfuncional como pocas, hablamos específicamente de la “dinastía Claus”, los rectores del Polo Norte.
La historia nos presenta un panorama bastante singular, con un desarrollo de personajes francamente extraordinario: el actual Santa, una suerte de figura simbólica encargada de poner la cara cada 25 de diciembre, tiene dos hijos con temperamentos opuestos, Steve es el líder ejecutivo y ha montado una estructura paramilitar/ tecnocrática mientras que el atolondrado Arthur se siente muy feliz en la “división cartas” respondiendo con una enorme dedicación los pedidos de los niños. Cuando por cosas del destino quede un regalo sin entregar, él será el único interesado en llevar el obsequio a la pobre chiquilla en cuestión.
Para ello decide partir en una misión con un equipo desconcertante a más no poder, una exquisita selección de secundarios que -como suele ocurrir- se terminan comiendo la película al sobrepasar en buena medida el encanto del protagonista: en el infaltable trineo de madera lo acompañan Bryony, una diminuta e hiperquinética elfa de la “división envoltorios”, y el Abuesanta, el nono del clan que tiene a un reno añoso como mascota y disfruta de lo lindo criticando férreamente la pasividad de su hijo y la modernización que implementó Steve (estadísticas varias, protocolos y hasta una nave espacial de por medio).
Se podría afirmar que en términos prácticos Operación Regalo (Arthur Christmas, 2011) combina la progresión general de la olvidada Santa Claus: la película (1985) con algunos de los tópicos de Lluvia de Hamburguesas (Cloudy with a Chance of Meatballs, 2009), la otra joyita reciente de animación de la factoría Sony. Nuevamente se hace explícita la imperiosa necesidad de construir un relato aceitado a la hora de encarar una propuesta ATP de estas características, el camino contrario pasa por la exaltación del apartado visual a la DreamWorks en desmedro de la trama, ese bello “detalle” que le da unidad al conjunto.
Hoy la responsable absoluta es Sarah Smith, aquí en su primer proyecto cinematográfico luego de más de una década de experiencias televisivas: también a cargo del guión en colaboración con Peter Baynham, la realizadora aporta frescura a una temática por demás remanida, evita la típica fábula aleccionadora, incorpora una infinidad de chistes eficaces y especialmente ofrece una mirada adulta acerca de los dilemas hogareños que no descuida al público infantil, respetándolo al obviar toda idiotez y/ o atajo estéril. Con personajes multidimensionales y una fluidez increíble, no podemos más que agradecer este presente…