Violenta redención
Llega a las salas argentinas Operación Zulú (Zulu, 2013), thriller francés desarrollado en una Sudáfrica post apartheid y encargada de clausurar el Festival de Cannes 2013. Acción, violencia extrema y dramas sociales se combinan en un film que vale la pena no pasar por alto.
Un dúo de policías, interpretado por Forest Whitaker y Orlando Bloom, se sumerge en las calles de Sudáfrica tras la búsqueda de un asesino serial. La premisa de este film puede ser una más, pecando de repeticiones y con la posibilidad de caer en lugares comunes. El director francés Jérôme Salle, recordado por su opera prima El secreto de Anthony Zimmer (Anthony Zimmer, 2005), se enfrentó a este reto combinando factores como la discriminación social, los demonios internos de los protagonistas y la posibilidad de librarse de los mismos. El resultado es una grata sorpresa que te mantiene expectante, repleto de viscerales escenas de acción y que hacen que estemos más alerta sobre aquellos films olvidados alejados del mainstream.
Con una destacada interpretación de la pareja protagonista, sobre todo un Orlando Bloom excluido del rol de galán adolescente y brindando una asombrosa actuación, la película se desarrolla en la constante exploración, tanto externa como interna. Desde el punto de vista externo, se exploran las cuestiones sociales a más no poder. Se resaltan temas como la discriminación racial, el capitalismo y la inseguridad en las calles sudafricanas, como así también la existencia marcada de dos clases sociales: la de los suburbios y aquella de las mansiones de lujo. Ahora bien, la exploración desde el punto de vista interno es la que logra diferenciar a este film de tantos que podrían tocar las mismas temáticas que se exploran externamente. Es acá donde la transformación de los dos personajes principales resulta progresiva y elocuente, desentrañando sus temores y miserias para intentar dar paso hacía el renacimiento.
El aspecto visual del film brinda un espectáculo de colores placentero para la vista. Desde los paisajes beneficiados por la dirección de fotografía y hasta los planos firmes y misteriosos del director, se denota la fuerza técnica que el cine francés posee. El gran acierto de Jérôme Salle, que además construyó el guión encargándose de adaptar el libro de Caryl Ferey que le da el título a la película, es sin dudas el apartarse de las grandes industrias cinematográficas que podrían transformar su obra encarrilándola hacía los mainstream, perdiendo su esencia y el contenido del mensaje. Este joven director francés es sin dudas un artista al que no debemos perderle pisada.
Operación Zulú logra con un puñado de factores, sin repercusión mediática ni actores convocantes – convengamos que Bloom es participe de dos sagas fílmicas pero no es la principal atracción de ellas – lo que muy pocas hacen: entretener, brindar un mensaje sólido y consistente, lograr empatizar con los personajes y, con todo eso, no perder la brújula de la reivindicación personal y la justicia social. Una perlita presentada en Cannes hace dos años que, pese a la demora de estreno en las salas comerciales, es una posibilidad para que se aprecie otra manera de contar cine de acción y redimirnos de vanagloriar aquellas obras sobredimensionadas por tantas explosiones y actores convocantes.