Es cierto que los documentales no convocan masivamente al público en todas partes del globo. Que no son género popular y que poca gente elige verlos en sala aunque, sí son la estrella de algunos canales de cable, sobre todo los que producen regularmente material sobre la vida de los animales en su hábitat. Disney tiene una rama de su compañía dedicada al estudio y el registro de la naturaleza, muy desarrollada y que ha traído ya buenos productos ("Chimpancé" y "La Tierra" se me vienen a la mente, de uno de los directores de "Bears") antes. En esta oportunidad, nos instala en Alaska para contarnos sobre una familia de tres osos a lo largo de un año completo de su existencia. En "Bears" veremos a una mamá osa, con sus dos retoños. El relator (un eficiente John C. Reilly!!), nos va introduciendo en la historia y nos cuenta que las condiciones para que los pequeños vivas, son difíciles, dado que la madre debe trasladarse hasta las zonas bajas, en las próximidades del río que circunda las montañas donde habita, para alimentarse apropiadamente y esperar la llegada del invierno. Nos dejan claro que si la madre no come suficiente grasa, no podrá producir leche y los cachorros morirán. La idea de guionar este recorrido está bien lograda. El equipo técnico con Alastair Fothergill y Keith Scholey a la cabeza, hace proezas. Sigue a los osos en su estado natural y los acompaña sin intervenir ni forzar situaciones. Registra. Reilly oficia de narrador y va contando las peripecias de la historia, mientras grafica un poco las dificultades del terreno donde los animales se mueven. Los osos atraviesan montañas, visitan playas y arroyos y los vemos, tratando de mantenerse unidos y conseguir alimento, tarea que es el eje de la película en sí (más precisamente la búsqueda del preciado salmón para saciarse). Lo fascinante de "Bears" es que no es un documental más. Está filmado maravillosamente (en HD y en pantalla grande es un deleite visual, puedo asegurárselos) y tiene un trabajo de producción sólido que logra presentar un observación de fauna interesante y divertida. Hay lugar para la emoción, el suspenso y la lucha por la supervivencia, en cada paso del camino. Muchas veces uno se tienta a inclinarse, a la hora de elegir que ver, por una ficción mediocre antes que por un gran documental. Que este no sea el caso. Permitanse ser atrapados por una muy buena historia mientras aprenden más sobre la naturaleza.
Un ejemplo de vida Disneynature es una marca de cine independiente dentro de The Walt Disney Company, que incluye no sólo filmes sino también videos y galerías de fotos, más material educativo. En los últimos años estrenó La Tierra, Chimpancés y ahora esta Osos que, con el relato en off del actor John C. Reilly, sigue a una osa y sus dos cachorritos en el primer año de vida en Alaska. Este tipo de trabajo documental, entonces, tiene su fin didáctico, y sus enseñanzas de vida. Mamá Sky tuvo a Amber y Scout (papá oso no está, se fue, no sabe/no contesta) y tras hibernar, deben realizar una extensa travesía por montañas nevadas hasta llegar a la costa y poder alimentarse de peces, principalmente salmones. En el camino nada les resultará sencillo. Al margen de una avalancha de nieve, lluvia y demás, Magnus y Chinook, dos osos enormes, están al acecho, y Tikani, un lobo, mira con ojos de hambre a los hermanitos osos. Para quienes todos los osos son pardos, es un tanto difícil discernir cuál oso es cuál, pero al final eso es un tema menor. En estos documentales el punto de vista es fundamental. Es decir, si en vez de estar centrado en los osos lo estuviera en los salmones, que los osos pescan y devoran en cámara, éstos serían algo así como la amenaza y los malos de la película. No es el caso. También está la duda de cómo hicieron los realizadores para retratar y reflejar lo que cuentan. Para dilucidarlo, no hace falta más que quedarse en la butaca mientras pasan los créditos finales, y ver cómo entrenadores manipulan y/u ordenan a los osos a realizar determinados movimientos que en pantalla, hace minutos nomás, parecían naturales. El fin justifica los medios, y Osos es un documental entretenido, con momentos de humor, aventura, peligro y más enseñanzas de vida. Que de eso se trata.
Lecciones de vida Después de los Felinos de Á frica, de los Chimpancés y de aquella ambiciosa y grandilocuente La tierra, que vimos en 2009 y puso en marcha las actividades de Disneynature, las cámaras de Disney vuelven en busca de la vida natural para pintar un retrato de familia. En este caso, se han instalado en Alaska para contar las andanzas de un grupo de osos pardos -mamá y sus dos cachorros; no hay noticias de quien habrá sido el padre de las criaturas- durante el primer año de vida de los más chicos, es decir durante el largo proceso de aprendizaje que viven desde que salen de la hibernación hasta que muchos meses después, ya con muchos kilómetros recorridos y muchas lecciones aprendidas, sobre todo en lo que respecta al mundo que los rodea y a la pesca, empiezan a ser capaces de comportarse con más prudencia y de asistir a la voluminosa jefa de familia en la que resulta ser su principal ocupación: conseguir suficiente comida -preferentemente salmones- para que el invierno no la sorprenda sin la leche suficiente para nutrir a sus crías. Los chicos -el macho se llama Scout y la hembra, Ember-, son lo suficientemente juguetones como para que la madre, Sky, tenga que vigilarlos de cerca. Y también para que sus monerías (si cabe la expresión) enternezcan o diviertan a los espectadores. Porque como puede esperarse en este tipo de productos de la marca, habrá, además de material didáctico, aventuras, suspenso, emoción, dos grandotes temibles como Magnus o Chinuk, un cuervo que suele proporcionar buena información y hasta un lobo que siempre está al acecho esperando una distracción de la mamá para sorprender a los menores. Y sobre todo habrá relato, mucho relato en off, que además de enlazar situaciones dispersas busca comentar humorísticamente algunas situaciones captadas por las cámaras. Es mucho más relato en off del que habría sido necesario si él guión hubiera sido elaborado con menos pereza y más imaginación. Bastaba con aprovechar lo que las cámaras recogían de las andanzas de los osos sin necesidad de aplicarles el siempre tan tentador e innecesario antropomorfismo. Y hablando de sobredosis tampoco hay que restarle mérito a George Fenton, que ofrece un muestrario de lugares comunes musicales para subrayar la tensión, la alegría, la emoción o el miedo. Por fortuna, está la simpatía de los animalitos y, en especial, están los estupendos paisajes de Alaska que un ejército de camarógrafos ha sabido aprovechar tanto como la espontaneidad y la fotogenia de los verdaderos protagonistas de la película.
Bello documental para ver con los chicos Igual que otros documentales de Disneynature, "Osos" pone el énfasis en los aspectos técnicos pensados para potenciar al máximo la fotografía de los paisajes y las "actuaciones" de animales salvajes, pero en cambio es mucho más simple en todo lo que tiene que ver con el concepto del film. Ya en los lejanos tiempos televisivos de "El mundo de Disney" de los domingos por la tarde, los chicos que esperaba ansiosamente los dibujos de Mickey, Donald y Pluto se encontraban de vez en cuando con documentales sobre animalitos en sus hábitats naturales (generalmente eran más bien nutrias o simpáticos castores que leones o tigres feroces). En un punto los nuevos documentales de Disneynature son herederos de esa antigua tradición, y si bien ahora la técnica es mucho más sofisticada y hay más interés por las cualidades estéticas de los productos, finalmente la raíz infantil de aquellos viejos programas es la misma. Este documental sigue los avatares de una familia de osos que buscan alimentos durante la temporada más cálida para luego poder guardarlos en los tiempos invernales durante la hibernación. Lógicamente los protagonistas absolutos son los osos hay otros animales salvajes que interactúan con ellos, por supuesto-, pero por momentos lo que realmente impacta son los increíbles paisajes de Alaska muy bien filmados, más alla de que no haya un concepto más elaborado en términos visuales. Un contrapunto parecido al que sucedía entre los protagonistas animales y los paisajes de los otros films de Disneynature como "Chimpancé y "Felinos de Africa" (justamente el equipo de codirectores estuvo a cargo de estas producciones). En el caso de "Osos" también hay que destacar un montaje superlativo y una fotografía igual o mejor que la de los films previos. La película es ideal para que los chicos dejen de conocer los animales solamente por los films de animación digital 3D, aunque hay algunas escenas de agresión animal que pueden asustar a los más chiquitos.
Un documental impecable, que enseña sobre la vida de los osos, con la travesía de una mamá, que se levanta de la hibernación con sus dos pequeños y debe llegar hasta su alimento, el salmón, sorteando peligros fuertes. Hay suspenso, humanización pero se evitan cuidadosamente las crueldades.
Sushi para la familia Para Disney se trata de una especialidad, acaso una tradición que responde a motivaciones que exceden al cine. Desde que Mickey bailó al compás de Stravinski, la pasión por antropomorfizar la vida animal ha sido una marca registrada de la empresa. Los animales pueden hablar y ser conscientes del gesto humano por excelencia: componer relatos y sentirse parte de ellos. La veta documentalista de Disney podría haber adoptado otra vía filosófica y explorar otra poética. El paso de la animación al registro de la vida animal se hace casi sin ningún cambio. En Osos una voz en off explica cada gesto y cada acción de las bestias. Si los osos pardos escucharan el modo como el intérprete describe sus conductas y sus presuntos sentimientos, estos animales hermosos y feroces pensarían que este miembro de la especie humana es un imbécil. La intrusión del orador es sistemática y cuando, milagrosamente, se calla, los acordes melosos de George Fenton suplican por nuestra reacción pavloviana: en esta escena hay que sentir miedo, en esta otra ternura. ¿No se les ocurrió trabajar con el sonido directo de ese ecosistema? Narrar es el oficio del homo sapiens; aquí se cuenta la historia de una familia de osos pardos como si fuera una introducción para niños acerca del valor universal de la institución familiar. ¿Una lección de formación cívica? Dos osos pardos cachorros, Ambar y Scout, salen de su refugio invernal junto con Sky, su madre. Lo que veremos es el aprendizaje de los cachorros, la lucha por la supervivencia y la búsqueda de alimentos. La vida en la Península de Alaska no es fácil. El manjar de los osos es el salmón y, como muestra el filme, no es fácil dar con ellos. Osos crece sustancialmente cuando la familia y otros osos cercanos empiezan a atrapar salmones, primero en el mar, después en el río, cuando los peces toman impulso y se disponen a nadar frenéticamente contra la corriente. Ver saltar a los salmones y la habilidad de los osos para cazarlos justifica la película. Los planos desacelerados son magníficos y se lucen más porque el narrador se calla un rato, aunque esta deidad narrativa no se privará de convertir el salmón crudo en sushi. El deseo de antropomorfizar alcanza su apoteosis cuando se invoca un "santuario oculto" de los osos y se describe a un cuervo como si fuera un guardia-guía de los osos. Pero la vida animal se impone al humanismo berreta de los directores, pues es lo suficientemente inhumana para no ser doblegada enteramente por el capricho narrativo de los hombres. Una pelea de osos, aun cuando se la filme como si fueran luchadores de sumo, desconoce la coreografía, y reluce la distancia inconmensurable entre el mundo silencioso de los animales y la experiencia humana.
Tome usted cualquier documental sobre alguna especie animal, producido en los noventa (o en ésta época también, ¿por qué no?), para la National Geographic o el Discovery Channel. Particularmente sobre animales de la selva o el bosque: Recuerda? Esas imágenes panorámicas de cámara fija con paneo horizontal lento (casi siempre de izquierda a derecha de la pantalla), en las cuales veíamos tremendos atardeceres sobre el Serengueti, o algún monte reflejado en un lago de Asia. Luego el relato en off con voz de una locución tan perfecta como monocorde, y una música que iba haciendo crossfades con el sonido ambiente de la naturaleza. Un día en la Disney se levantaron pensando: ¿Cómo hacer más plata con esto apenas aumentando el presupuesto? Fácil: caracterizando los animales. Dándoles una entidad más humana aprovechando la tendencia natural a sentir ternura que tienen los televidentes, en especial cuando se trata de cachorritos. Con la tendencia natural de los documentales a “humanizar” el comportamiento animal sólo hay que escribir un guión para voz en off, cuya vuelta de tuerca consiste en olvidar la información académica, o dejarla en un segundo plano detrás de una hipotética historia. Por supuesto que es necesaria una voz trabajada en términos de actuación. El locutor no va. No vende. La voz debe transmitir sensaciones, humor, nostalgia, tristeza, etc. Alastair Fothergill deslumbró con la dirección de “La Tierra” en el 2007, lo que derivó en la creación de Disneynature, compañía con la cual comenzó una fructífera relación que empezó a facturar en el 2011 con el estreno de “Felinos de Africa”, 2012 con “Chimpancés”, y éste año con el estreno de “Osos”. Las tres a cargo del mismo director en colaboración con algún amigo. La fórmula de “Osos” es casi la misma de sus antecesoras: Madre (Sky) con cachorro/s (en éste caso Amber y Scout) a los cuales se les hace un seguimiento, ya no como objeto de estudio sino con la idea de lograr imágenes funcionales al “guión”. Como el ciclo de la vida animal siempre vuelve al mismo lugar, esta “historia” comenzará con el final de la hibernación, para retornar al punto de partida, para recomenzar un nuevo desarrollo cíclico, luego de una temporadita en las preciosas geografías de los parques nacionales de Alaska. ¿Quién no va a enternecerse con oseznos jugando entre sí, o envueltos en alguna jugarreta natural que causa gracia (la escena en la que Scout no puede desprenderse de una almeja, por ejemplo). “Sky está desesperada, temerosa de no volver a ver a su hijo”, dice el narrador. Corte a la cabecita del mismo asomando entre troncos, “¡aaaah!” suspira la platea. Chorrea azúcar de la pantalla. Como estas imágenes son registros de los animales durante un período, no se extrañe si la continuidad se rompe en mil pedazos porque, recordemos, que hay que contar una historia porque sino aprender es aburrido y, como en toda historia que se precie de tal, hay héroes, villanos, amor, etc. Puede que a los chicos les quede que hay osos buenos, malos, graciosos, perezosos, o que el lobo es recontra villano. Hay algo innegable siendo esa la intención de estas producciones: desde el punto de vista técnico la fotografía, cámara, encuadres, y mezcla sonora son impecable, ahora uno se pregunta ¿qué nos deja? En lo escrito por éste realizador vale asignar al reino animal todas las características humanas que ayuden a adaptarlo a nuestra forma ver el mundo. Si a eso le sumamos la partitura de George Fenton y la voz (esta vez) de John C. Reilly, cartón lleno. Claro, si escuchamos un “ti-lín, ti-lín” cuando vemos a la cachorrita Amber y un chan” cuando se le acerca algún depredador de turno es más fácil clasific a buenos y malos, aunque esto colabore espantosamente con la distorsión de la realidad y vaya en desmedro de una comprensión real de la importancia (más en esta época) de preservar los ecosistemas. No es una tragedia, es cine, pero quién escribe piensa, y firma, que pese a su corrección técnica “Osos” (y sus derivados) es un registro documental que por su afán de entretener barato falsea la identidad de la naturaleza, por ende su posibilidades de apreciarla más cercana a lo que es y representa.
Muestra las dificultades que pasan una madre oso y su cría, sin golpes bajos. Este documental se centra en la vida de una madre oso de color marrón llamada Sky y sus dos cachorros jóvenes: Scouts (un macho) y Amber (una hembra), estos nacen en una cueva refugio que su madre buscó para la hibernación, pero cuando llega la primavera se dirigen a la Península de Alaska ante un paisaje cubierto de nieve y van en busca de alimento, porque mamá osa tiene que comer 90 kilos de comida por día para poder alimentar con su leche a los cachorros. A lo largo del viaje da felicidad ver a esos dos pequeños ositos disfrutando de sus juegos, se lamen, su andar, su amor, dan en todo momento ternura y van a pura diversión, pero también existe el peligro, (una filmación excelente) ante una avalancha de nieve que puede resultar mortal, en otro de los momentos ante la crecida del río uno de los cachorritos se encuentra exhausto y queda dormido y su vida se encuentra en peligro, pero finalmente todo termina bien. En esta larga travesía Ámber viaja casi en todo momento en el lomo de su madre mientras Scouts sigue detrás, a veces se distrae bastante, en el transcurso de este gran recorrido se encuentran con otros osos Magnus, el oso macho alfa dominante, y Chinook, un oso marginado, ambos muy hambrientos y capaces de devorar a los cachorros, al igual que el lobo Tikaani, que se mantiene siempre al acecho esperando la oportunidad para comerlos o las sobras que dejan. En todo momento muestra a esta mamá osa como cuida, alimenta y les muestra como subsistir. Son una familia que atraviesan todo tipo de desafíos y que le deja siempre una enseñanza al espectador, demostrando un estilo muy didáctico. Llena de imágenes estupendas y con un gran montaje, muy buena iluminación, manejo de cámara, mostrando un paisaje increíblemente bello, el cielo en todos sus estados, un gran trabajo de edición mostrando los salmones y sus saltos que son como vuelos en un río rápido y como van a las bocas de los animales hambrientos, momentos de fiesta y de peligros, una alimentación que consiste en: hierba, almejas y salmón todo sirve para desarrollar sus reservas de grasa. Hay que ver los créditos finales dado que muestran cómo la tripulación fue capaz de capturar cada una de las distintas situaciones. Entre estos animales hay peleas, como así también no falta el toque de humor, la música de George Fenton ofrece suspenso y la alegría de las especies. La narración en off corresponde al actor John C. Reilly.
Osos es un film con pocas ideas pero bellísimos paisajes. Pero el guión le resta puntos a esta producción ya que prácticamente todo gira sobre lo mismo: buscar comida, peleas de osos, huir del lobo y de un oso hambriento que es capaz de comer a los de su misma especie, buscar salmones, huir del lobo y del oso, encontrar salmones, comer salmones, etcétera. Obviamente la vida...
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La belleza de la bestias "Osos" es un nuevo documental/film de la división Disneynature de la factoría Disney. Anteriormente nos ofrecieron otros productos similares a este como "Chimpancés", "Felinos de África" y "Océanos". Como dije anteriormente en las críticas de estos trabajos, lo que pone Disneynature en pantalla es sencillamente fabuloso a nivel visual, con tomas realmente increíbles de la vida salvaje, situaciones que no son fáciles de captar y algunas escenas que son dignas de guardar en la mente por mucho tiempo, pero el gran problema de estos trabajos viene por el lado de querer humanizar la vida salvaje, hacer de cuenta que una osa adulta que pare a dos oseznos en su hábitat natural es una madre de los suburbios con sentimientos y preocupaciones de crianza... Entiendo la razón marketinera de fondo, es lo que vende, pero sería poco fiel a mi persona si no remarcara lo absurdo que me resulta la dinámica. A esto hay que sumarle la edición que se hace de ciertas situaciones salvajes, que de ser expuestas tal y como se producen, irían en contra del aura "felices forever" de la marca. De nuevo, entiendo que está pensado para los niños en su mayoría y para los amantes de la belleza de los animales que toleran esto, pero hay algo que sencillamente no está bien de humanizar a una bestia de 400 kg que de tenerte en frente en la desolada Alaska no razonaría como un par. Sacando este tema, que se podría decir no es demasiado grave, los 77 minutos que dura "Osos" se hacen amenos, nos muestra en full hd y con algunas tomas fantásticas como viven estos animales, las amenazas que deben superar día a día, su forma de alimentación y sus comportamientos más instintivos. Si sos de los que pueden evitar irritarse por la humanización de animales salvajes seguramente puedas disfrutar de la propuesta, pero si te parece muy absurdo que un narrador te diga lo que supuestamente está sintiendo el oso en su corazón puede que te resulte un tanto moco. Voto por hacer un poco de oídos sordos a la infantilería y enfocarse en lo hermoso de la vida salvaje, después de todo, prefiero ver en pantalla un oso con sentimientos que vampiros teen histeriqueando por los siglos de los siglos.