Etica y compromiso En el documental de Gustavo Gzain puede observarse que la lucidez de Bayer está acompañada por la fuerza de un ser íntegro, que pone el cuerpo en situaciones donde sabe que lo necesitan. Entre otras cosas admirables en Osvaldo Bayer –además de su enorme compromiso con la historia, los olvidados y los despreciados– está su vitalidad. Que a sus 87 años tenga una presencia constante en los actos vinculados con causas justas demuestra que es un hombre que no se deja doblegar por el paso del tiempo. En el documental La livertá, de Gustavo Gzain, puede observarse también que la lucidez de un gran intelectual está acompañada por la fuerza arrolladora de un ser íntegro que pone el cuerpo en aquellas situaciones donde él sabe que lo necesitan. Aunque resulte increíble, Bayer no se cansa. Filmado en parte en la Argentina y otra parte en Alemania, los dos países que desde el exilio son moradas del escritor, el documental de Gzain es una biografía cinematográfica no convencional. Lejos está de la simple enumeración de los datos fríos como el paisaje de una Berlín nevada. Por el contrario, se compone de dos tipos de momentos vividos por Bayer y que movilizan al espectador: los históricos y los intensos. Y, en algunas ocasiones, la combinación de ambos.La livertá tampoco es el típico documental de “cabeza parlante” que sólo se estructura con testimonios. Aunque hay pequeños tramos de entrevistas, el film aborda principalmente situaciones vividas por Bayer antes que relatos. Y van desde las más públicas a las más íntimas, así como lo demuestra, por ejemplo, la filmación de los festejos en familia por los 60 años que Bayer y su mujer Marlies cumplieron como pareja. Como la cámara de Gzain es prácticamente imperceptible, permite captar las situaciones más cotidianas de la familia Bayer sin mediatizaciones, como son en la realidad. Es que el cineasta logró entrar en la intimidad de Bayer y su mundo privado; es decir, en aquello que no se puede leer en sus libros. Por ejemplo, en sus charlas con amigos: con Roberto “Tito” Cossa entabla un diálogo muy profundo sobre la amistad, el exilio y la discusión sobre los que se quedaron y los que se tuvieron que ir. Y con otro amigo de la vida, Rogelio García Lupo, sostiene también una conversación enriquecedora, en la que García Lupo le comenta que en alguien que escribe sobre historia no puede faltar una etapa en la cárcel.Ese mundo privado de Bayer –donde se lo ve, por ejemplo, barriendo la escalera con nieve en su casa de Alemania o preparando el café– se combina con la faceta del hombre público que tiene. Por eso, la cámara registra su participación en la inauguración de la Cátedra de Derechos Humanos en la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA, su presencia en la conmemoración de los 35 años de Madres de Plaza de Mayo-Filial Neuquén, caminando por el Monumento al Holocausto en Berlín, exponiendo en una conferencia sobre Ana Frank en Buenos Aires, hablando en la Villa 31 y, por supuesto, participando de una ceremonia con miembros de pueblos originarios, a quienes les ha dedicado no sólo su talento intelectual, sino también su más profundo compromiso.Hay varias escenas memorables en La livertá: desde la más simpática cuando se lo ve a Bayer bailando con una Madre de Plaza de Mayo, pasando por otra en la que canta una melodía anarquista de un cancionero revolucionario, hasta la que sintetiza su manera de pensar y de sentir: aquella en la que tras el vidrio de una ventana, Bayer mira el monumento al genocida Julio Argentino Roca y le habla. “Te vamos a desmonumentar”, le dice, entre otras cosas. Es ahí cuando expone su pensamiento vivo, la ética de las convicciones. Minutos antes, cuando visita el Espacio para la Memoria (Ex ESMA) le dice a la coordinadora: “Queremos traer el monumento a Roca acá junto con los grandes genocidas”. Son escenas de alto impacto emocional, donde se trasluce el mérito del director para captar esos instantes. Y es ese mencionado entrecruzamiento entre su cotidianidad y los actos trascendentes el que cimienta la estructura de este documental en el que Bayer demuestra que hablar lo que se piensa no es tan sincero como decir lo que se siente. “La ética finalmente triunfa en la vida”, dice en La livertá. A juzgar por su manera de entender la vida puede asegurarse que este gran periodista y escritor es también un hombre exitoso.
La ética finalmente triunfa en la vida Osvaldo Bayer: La livertá (2014) es un documental inspirador. Tal vez se lo pueda definir de mil maneras, pero es claramente el sentimiento que surge al conocer un poco sobre la vida de este apasionado pensador argentino, comprometido ayer y hoy con las causas sociales. Más allá del placer de conocer su lucha y su pensamiento, el film toca de cerca a cualquier persona que, como él, defienda las causas de los Derechos Humanos. El director Gustavo Gzain no recopila testimonios ni imágenes porque sí. Cada momento del film está ahí porque permite mostrar de un modo genuino y auténtico a esta personalidad tan admirada de la cultura argentina. Los recuerdos junto a Tito Cossa de sus vidas en el exilio, el humor de su esposa al rememorar sus primeros encuentros, las palabras de sus amigos, la cotidianeidad de la vida de Bayer. Todo esto y más es este film. Y una vez terminado, aún hay deseos de ver más. Las palabras de la gente que lo conoce van armando el camino para que la admiración y el respeto aparezcan de forma natural. Las charlas que mantiene Osvaldo Bayer con amigos íntimos y de la cual somos testigos permiten el acercamiento. No sólo que escucharlos hablar es interesante sino que ser parte de eso lo hace aún más querible. El director no se queda ahí. Porque además de documentar situaciones sociales, lo filma en su mundo privado, en su intimidad hogareña y familiar: hace café, limpia las escaleras de su casa, habla por teléfono, mira libros. La vitalidad y lucidez de este historiador asombra y crea admiración. El documental es claramente un mérito de Gzain pero es imposible no notar que Bayer es una persona que parece seducir naturalmente: en cada palabra, en cada gesto, con cada uno de sus radicales pensamientos. Es accesible y generoso. Alguien con quien evidentemente puede dar gusto trabajar. Su lucha es la lucha de los más débiles, la de aquellos que buscan cambiar la Historia para equilibrar de a poco las injusticias y él le otorga voz a los que muchas veces no pueden tenerla. El exterminio de los pueblos originarios, el Holocausto, los crímenes cometidos por los genocidas de la Dictadura Argentina. La Historia demuestra que lo que no se resuelve vuelve a suceder. Pero la mirada y la acción de Bayer frente a esto es optimista: “La ética finalmente triunfa en la vida” afirma en más de una ocasión en la pantalla. Hay una escena que otorga una instantánea de este pensador. Cuando se para frente al monumento del General Roca y le grita: “Te vamos a desmonumentar”. Algunas palabras de este autor argentino completan esta acción: “El recuerdo y el honor son para quienes defendieron la vida, no para quienes sembraron la muerte”. Al finalizar el film lo primero que nace es un fuerte y apasionado aplauso.
Documental centrado en una figura trascendental de la corriente pensadora de los últimos 50 años, Osvaldo Bayer: La Livertá no se queda sólo en el homenaje a la figura como si fuese un prócer. El peso de su propio protagonista lo lleva ser un trabajo profundamente político. Quizás Bayer haya saltado al reconocimiento masivo por ser el autor del texto que inspiró al film" La Patagonia rebelde", uno de nuestros films más controversiales y con una historia detrás que bien podría ejemplificar la del autor. Pero hay mucho más en él, son varias sus causas abiertas; sin ir más lejos es uno de los descubridores del origen del anarquismo y otras corrientes políticas radicales en Argentina. Por él corre sangre combativa, y es la que fluye en este film. El propio Osvaldo participó de varios documentales sociales/históricos, fue su cara visible; y hasta se ubicó detrás de cámara para llevar a cabo lo que hoy en día sigue siendo un motivo de lucha para sí; Awka Liwen, la película que la familia Martinez de Hoz y Ledesma no quiere que sea vista y a la cual le han interpuesto todo tipo de trabas. Pero así ha sido la vida de este pensador, ir de lucha en lucha, nunca bajar los brazos, y ahora le toca ser el protagonista relajado. Gustavo Gzain utiliza varias fuentes, se enriquece de varias vertientes. Hay testimonios de todo tipo, los que lo muestran defendiendo sus causas, y los que lo muestran en la intimidad. Hay archivo, también de variada clase. Y también se ubica el propio Bayer delante de cámara y se lo muestra en su cotidianeidad, en la rutina, o manteniendo charlas discursivas en las cuales expondrá sus pensamientos. Así, "Osvaldo Bayer: La Livertá" es un collage, un armado de diferentes partes para conocer a una persona que aunque con el peso del tiempo encima, aún está vivo, muy vivo, y con ganas de combatir. Por más esfuerzo que se haga para intentar mostrar sus momentos de intimidad diaria en donde se lo puede ver como a cualquiera de nosotros, lo que terminará prevaleciendo, y lo que será la verdadera riqueza del film, es aquello que lo muestra como diferente, como ese ser incansable que defiende los Derechos Humanos por sobre todas las cuestiones. Hablamos de un documental político casi por obligación, cada frase que expela Bayer tiene un fuerte significado, son de una contundencia irrefutable, no tiene pelos en la lengua para desmitificar hasta al más parado; primero están los más débiles, las figuras son eso, figuritas. Varias frases que se dicen durante el metraje podrían conformar un excelente libro de pensamientos, Bayer no está dispuesto a callarse, porque sabe que no lo hizo ni aún en tiempos mucho más duros. Hay hombres que hacen valer su vida cada segundo, Osvaldo Bayer defendiendo lo que cree justo, y ayudando a las causas más nobles, es uno de ellos, bienvenido sea este riguroso homenaje.