Es innegable que el cine fue, es y probablemente será utilizado como instrumento de propaganda. Pero no es frecuente ver productos tan abiertamente panfletarios como este Palau, la película, una biografía -en rigor, habría que llamarla hagiografía- del popular pastor evangélico nacido en Ingeniero Maschwitz hace 84 años. Ya de entrada, la voz del propio Luis Palau nos anuncia que estamos por ver su historia. Podrá destacarse la honestidad de la película en cuanto a no ocultar su carácter autorizado y oficial, pero esto no compensa lo que sigue: una serie de escenas anodinas, con personajes que parecen cruzarse en el camino del héroe sólo como excusa para que existan diálogos -acartonados y artificiales- donde se baje su línea de pensamiento. Pero en realidad no quedan muy claras las ideas de este hombre que con sus emisiones radiales fue uno de los pioneros entre los pastores electrónicos. Apenas, que está en contra de la revolución armada y del marxismo-leninismo; de acuerdo con el cristianismo interdenominacional; en desacuerdo con Jean-Paul Sartre; y que, como corresponde, se considera a sí mismo “un siervo al servicio del Señor”. Palau se sobrepone a la amenaza de pobreza en su infancia, se va a estudiar a Estados Unidos, a predicar a Colombia, y luego va abriéndose camino hasta convocar multitudes, como se ve en las fotografías reales que se muestran al final. Pero no hay mayor arco dramático ni tampoco se palpan los logros de este seguidor de Billy Graham, más allá de la organización de una marcha evangélica en la violenta Bogotá de los años ‘60. A todo esto hay que sumarle el castellano neutro de Gastón Pauls, una barrera infranqueable para el público argentino. Y una pobre reconstrucción espacio-temporal, con escenas de interiores que se intercalan con imágenes de archivo o, a la usanza de las telenovelas, con tomas fijas de exteriores para simular que la acción transcurre en determinado lugar. La frutilla del postre es la aparición del auténtico Palau pidiéndonos amablemente a cámara que abramos nuestros corazones a Cristo. Con medios así, difícil que ese mensaje llegue a los que no estén ya convencidos de antemano.
A veces el destino se tiñe de causalidades, como la que hizo que en 2003 el actor Gastón Pauls asista a un festival del líder evangelista Luis Palau en el marco de su programa documental “Ser urbano”. Cinco años más tarde, el mismo Palau llamó a Pauls para agradecerle lo respetuoso que había sido en la cobertura de su festival, y que en algún momento de la vida “Dios los iba a volver a cruzar”. Así fue como nueve años después, el actor argentino recibió la oferta de protagonizar la película de este líder religioso. “Palau” es una suerte de biopic que recorre la vida del pastor evangelista, desde su niñez, pasando por las épocas en la que decide irse a estudiar a Estados Unidos, a predicar a Colombia y luego va abriéndose camino hasta convocar multitudes alrededor del mundo. Más allá de que la película es una producción del pastor, que da su propia mirada sobre su vida, esta propuesta resulta una obra valiosa para aquellos que busquen indagar en la palabra de Dios.
Luis Palau es un líder religioso evangélico nacido en nuestro país y nacionalizado estadounidense. Se considera que ha llevado la palabra de Dios a un incalculable número de personas en el mundo a través de sus reuniones cristianas a lo largo de 65 años de actividad. Actualmente vive en Oregón con su familia y mantiene una actitud positiva ante la enfermedad que le ha hecho disminuir sus acostumbradas giras mundiales. El filme de Kevin Knoblock fue producido por Ollawood Productions y Rivka Entertainment Group, en colaboración con la Asociación Luis Palau, y da a conocer momentos de su vida. La película toma a Palau niño en el lugar donde nació, Ingeniero Maschwitz, una localidad en el partido de Escobar. Huérfano de padre a edad temprana e integrante de una familia de clase media, sus tempranas prédicas religiosas llaman la atención de Howard Hendricks (Scott Reeves en el filme), importante mentor de líderes religiosos de la Iglesia Evangélica, que le ofrece una beca en los Estados Unidos. La mala situación económica en que queda la familia Palau hace que el jovencito comience a trabajar en un banco de la zona. Posteriormente aceptará la beca instalándose en una pequeña ciudad estadounidense, donde se casará con una joven norteamericana que lo acompaña en su tarea evangelizadora. El encuentro con el famoso predicador cristiano evangélico Billy Graham (Darren Dowler), célebre por sus sermones en radio y televisión, le abre las puertas en la organización de la divulgación evangélica. Palau, con 26 años, se inicia con su esposa, en Fresno, California, en su tarea de predicador convirtiéndose en traductor al español de Graham en algunas de sus giras, iniciando una relación que se mantuvo toda la vida. APENAS CORRECTA "Palau, la película" es un filme convencional, formalmente correcto, con la inclusión de algunos fragmentos de noticieros y fotos fijas que suplen la austeridad en la filmación de exteriores. La película incluye algún personaje de la guerrilla, sin desarrollo en la composición, como para dejar sentada la concepción de oposición al comunismo y la violencia, y mantiene un criterio apologético. De este modo, sigue la figura protagónica de un predicador actualmente de 84 años, con cuatrocientas campañas evangélicas en sesenta países. Cruzadas que no impidieron críticas de la ortodoxia cristiana ante sus declaraciones de ecumenismo con motivo de la asunción papal. Gastón Pauls hace una correcta interpretación del predicador afrontando el desafío del idioma (el espectador no sale indemne de este desafío). Junto a él, el joven actor Santiago Achaga, que lo interpreta de adolescente; Alexandra Bard en el papel de esposa y Alexia Moyano como la madre, completan el cuadro familiar. Momentos de la tarea evangelizadora a partir de su llegada a Bogotá, fragmentos de noticieros referidos a golpes de estado latinoamericanos y pasajes de sus visitas a nuestro país forman parte de este filme coproducido por Estados Unidos y la Argentina, que finaliza con una invocación por parte de Luis Palau a abrir nuestro corazón a Cristo.
Cuenta la vida de un hombre religioso, Luis Palau, que se convirtió en líder de la iglesia evangelista. El film cuenta toda la vida de Palau, desde que padre falleciera cuando Luis era aún un niño y como cambió eso su vida para siempre. Desde allí hasta su consagración como evangelista y todos sus logros predicando por el mundo. Sin entrar en ningún tipo de discusión sobre religión o discusiones sobre la carrera de Palau, el gran problema que tiene la película es cinematográfico. Su didactismo desarma cualquier posible verosimilitud y destroza la narración desde las primeras escenas. Está claro que se trata de un film didáctico para difundir, elogiar y exaltar la figura de Palau, pero eso no justifica sus problemas de puesta en escena y direcciones de actores. Tanto miedo hay a dar un paso en falso que cada diálogo parece estar estudiado para que no haya palabras equivocadas. El elenco, conformado mayormente por desconocidos, apenas si consigue dar con el tono, pero esto pasa desapercibido porque están todos atrapados por el guión. El único famoso es Gastón Pauls, quien interpreta a Palau adulto. La voz en off intentando imitar a Palau en las primeras escenas es para escupir el café de la risa, y para cuando uno se acostumbró, llega entonces Palau de cuerpo entero, donde Pauls fluctúa entre algunos pequeños momentos correctos y otros muy ridículos. El guión le queda incómodo y el rol de Palau le queda incómodo, raro, incomprensible. Más allá del personaje y de su popularidad, Palau: la película tiene graves problemas cinematográficos. Si se quiere homenajear a alguien, si quiere incluso hace un film de propaganda, lo mínimo que se necesita es dominar el lenguaje cinematográfico.