Como ya se ha visto en decenas de películas -seguramente todas o casi todas más interesantes que ésta- no suele irles demasiado bien a los jóvenes ambiciosos que con tal de ascender en la escala del poder son capaces de todo, hasta de meterse en medio de una feroz lucha entre corporaciones que se disputan el dominio del mercado. Tampoco le va siempre bien al que aquí encarna Liam Hemsworth, el carilindo australiano que debe su actual notoriedad tanto a su trunco romance con Miley Cyrus como al éxito de la serie de Los juegos del hambre . Él es otro de esos genios de la tecnología al que las circunstancias colocan en el papel de héroe de thriller. Aunque en este caso se trate de un thriller con más complicaciones que intriga y más clichés que suspenso.
A propósito de lugares comunes, materia en la cual el guión es considerablemente generoso, vale anotar que al frente de cada una de las empresas en guerra están ahora dos magnates (que en otro tiempo fueron socios, claro); que habrá muchos enigmas en torno del secreto proyecto de un smartphone que revolucionará el mercado y decidirá cuál de los dos triunfa en la competencia. Y que más allá de todos los riesgos que deba correr, será el ávido genio-héroe el encargado de jugar el papel de espía. Por supuesto, mientras el infiltrado avanza en su investigación, que se le facilita bastante por la torpeza ajena, también progresa en la conquista del corazón de la linda rubia que nunca falta y que en esta oportunidad es la máxima responsable del marketing de su firma. Una mujer de carácter, y por eso se dice de ella que "está decidida a triunfar en un mundo de hombres".
El guión, puede inferirse, no es de lo más imaginativo; tampoco se preocupa demasiado por ser claro. Y bien puede abrigarse la sospecha de que tales flaquezas provienen de la novela original, donde quizá se deslice alguna pista de la paranoia del título, ya que apenas asoma en una escena breve que parece más que inspirada en La conversación , de Coppola. Con lo cual quizá pueda aligerarse un poco la responsabilidad del director Robert Luketic, que al menos atiende un poco a la prolijidad técnica.
La presencia de Gary Oldman y Harrison Ford busca dar relieve a los personajes de los dos millonarios o quizá simplemente apuntalar un poco a la fotogénica pareja protagónica Hemsworth-Amber Heard, a la que no le sobran ni química ni carisma.