La crítica social a flor de piel
“Son todos, hombres, mujeres y niños, meros instrumentos de trabajo, entre los cuales no hay más diferencia que la del coste”. (Karl Marx)
Se estrenó mi película ganadora de 2019, esa a la que yo le entrego mis respetos por ser la mejor propuesta cinematográfica del año. Los méritos son enormes, cumple con todo los ítems necesarios para ser la mejor, narrativamente es impactante, cautiva desde una puesta tan simple como ostentosa, logra en las actuaciones un punto elevadísimo que enaltece mucho más el resultado final. Nunca estuve más de acuerdo en la entrega de los Golden Globes cuando su director Bong Joon-Ho dijo “Que los subtítulos no sean una barreras”, las barreras que el cine no debe ni necesita tener. Parasite es una extraordinaria crítica social; es una metáfora tan frontal como perspicaz. Es una de esas historias que te interpelan desde la sabiduría de la construcción de diálogos y la amplitud actoral.
En 2006 conocía The Host, luego vendrían Morher (2009) y la excelente Snowpiercer (2013). El talento del realizador surcoreano es innegable a lo largo de su maravillosa filmografía; con una forma intrínseca para mezclar drama con comedia pero siempre con la crítica social a flor de piel, poniendo en eje central la problemática de un país muy tradicionalista y con un claro crecimiento artístico en el último siglo. Cualquiera que vea sus obras descubre tramas muy similares a las que pueden transcurrir en tu barrio y eso habla de la importancia de contar una buena historia, de saber dotar no solo de artilugios sino de puro pragmatismo a la orden del arte. La película narra más desventuras de una familia hundida en la miseria viendo la vida pasar en esa especie de alcantarilla que tienen por ventana esperando que una situación logra hacerlos emerger, aunque eso cueste hundir a otros; y esos otros no tardarán en aparecer como una familia rica tanto en estratificación social como en ingenuidad. La incomodidad es casi obligatoria y las cosas irán cada vez más cuesta abajo al punto de sentir los dedos en torno al cuello.
No es casual que dos de las mejores películas del año sea en de otra lengua: tanto Parasite como Dolor y Gloria merecen estar en lo más alto de los galardones, que el mundo de una vez por todas entienda el lenguaje universal del cine y abrace propuestas por sobre emociones pasajeras y simples. Pienso que hace falta más que efectividad y elocuencia para triunfar, hace falta arriesgar rompiendo desde lo primigenio para lograr trascender un momento de un cine abyecto de carácter, hacen falta directores como Bong Joon-Ho, tipos como Pedro Almodóvar que no se dejan vencer ni aún vencidos. ¡Qué decir de Martin Scorsese! Un hombre que jamás se antepuso a su obra y mierda que ha prevalecido no solo a los tiempos del cine, se ha moldeado en torno a cada bendito siglo.
Esperemos que pase otra temporada de premios y los ganadores seamos nosotros, que en 2020 haya talentos ocultos capaces de cruzar mares y fronteras con obras tan únicas como Parasite.