Statham le queda grande
A estas alturas ya no pueden quedar muchas dudas: Jason Statham es la última gran estrella que le queda al cine de acción (y posiblemente una de las últimas estrellas de verdad que le quedan al cine). Pero también otra cosa es evidente: él suele ser lo mejor que tienen para ofrecer las películas que lo contienen (con honrosas excepciones, por supuesto). Parker cumple con el perfil de las últimas películas que viene protagonizando el inglés: un cine de género sin pretensiones, con ciertos aires de realismo, con una modestia narrativa que suele resultar en tramas planas y un trabajo de dirección hasta desprolijo. Con todo, nunca podemos decir del todo que las películas en las que actúa Statham son malas: porque actúa él.
Sin embargo, probablemente Parker sea de las menos interesantes de sus últimas películas.
Una causa no menor de esto es que el propio Statham no puede lucirse en todo su despliegue físico: las escenas de acción son pocas y quedan aplastadas por una trama muy sobreexplicada y bastante aburrida. Un grupo de ladrones "independientes" organizan un robo en una feria estatal, que a su vez conduce a un segundo robo, con una traición mediante. Se desarrolla entonces el momento de la venganza. Aunque la historia bien podría haber funcionado en cualquier otra película de acción, Parker parece muy preocupada por montar todo su entramado de lugar común sobre bases lógicas, realistas y bien encadenadas. Es así que la traición entre ladrones se ve interrumpida por una narración que explica, por ejemplo: cómo encontraron el cuerpo medio muerto de Statham unos granjeros al costado de una ruta, exactamente qué pasos tuvo que dar Jason para salir del hospital antes de que lo atrapara la policía, cómo hizo para terminar de curarse en una ambulancia en el medio de la nada, cuántos autos tuvo que robar antes de poder empezar a tramar su venganza, cuántas visitas le hizo a su novia, cuántas casas tuvo que ir a visitar con una agente inmobiliaria para encontrar la guarida de quienes lo habían traicionado. Nada en toda esta cadena molesta en sí mismo, pero su acumulación y narración acompasada terminan por alfojar cualquier hilo de tensión. Para cuando finalmente llegamos a la segunda mitad de la película, en la que se debe ejercer la venganza (y en la que aparece Jennifer Lopez), uno ya está cansado y aburrido. Y ni siquiera entonces se levanta el ritmo.
Sin ejercitar los músculos de una narración concisa y sólida (aunque, como suele ocurrir en el género, pueda incluir ciertos baches y ciertas incoherencias), Parker se vuelve una película floja. Al final, es únicamente el carisma de Statham frente a la cámara (que funciona también alejado de la acción pura y dura) lo que nos permite atravesar este valle de detalles realistas e irrelevantes. De nuevo: lo mejor que normalmente se puede decir de una película con Jason Statham es que lo tiene a Jason Statham.
Más allá de diversas blandeces (como interrumpir una secuencia inicial de robo bastante digna con flashbacks que aportan información que se podría dar más adelante), la cosa más o menos funciona e incluso el personaje interpretado por Jennifer Lopez (irrelevancia al cuadrado, que incluye subtramas sentimentales que no conducen a ninguna parte) termina por resultar simpático. Es lo más que se puede decir de Parker.