Rearmando la historia
Mario (Javier Godino) vive en España desde muy pequeño, hace unos años se ha ido a vivir lejos del pueblo donde pasó su infancia, se alejó abruptamente de su novia y de Miguel (Miguel Ángel Solá) -su padre-, con quien nunca tuvo una buena relación, ya que siempre había sido muy frío y hermético con él.
Cuando su padre sufre un embolia cerebral y es ingresado a una clínica, Mario debe regresar para cuidarlo, con todas las complicaciones que eso implica. A causa de su enfermedad Miguel tiene lapsus en los que se desconecta de la realidad, y cree estar en el pasado, confundiendo a Mario con otra persona, y hablándole así de cosas que su hijo no sabía.
Todo esto lleva a Mario a investigar sobre el pasado de su padre, y su propia identidad, a partir de palabras sueltas y un libro sin editar que encuentra en la casa. Así comienza a conocer y a entender el pasado de su padre cuando vivía en Argentina y era un joven que militaba en montoneros, donde conoce al amor de su vida, Diana (Carla Quevedo), la madre de Mario.
Pasado y presente se alternan en esta historia, que con la relación padre-hijo como eje, retrata la militancia de montoneros previa al golpe del 76, su realidad, su accionar. Mostrando los hechos y motivos, que en una época dura y complicada, llevaron a muchos jóvenes a tomar las armas, cuando sintieron que la vía política ya no era suficiente.
La excelente fotografía y la detallada reconstrucción de época ayudan a comprender aún más el clima que se vivía en el país, aunque por momentos los diálogos parezcan demasiado pedagógicos o recitados, probablemente porque es una coproducción española, y las cosas deben quedar claras para ambos públicos.
Solá y Godino realizan muy buenas interpretaciones, como dos hombre que deben reconciliarse con el dolor del pasado, y así recuperar su relación. Es destacable también la interpretación de Charo López quien en tan solo una escena junto con Javier Godino, realiza una interpretación inolvidable. El equipo joven de la historia sale bastante airoso con sus actuaciones, especialmente Marco Antonio Caponi, como un jóven comprometido con su ideología, y capaz de dar la vida por sus ideales, algo difícil de entender en estos tiempos.
Una simple y sólida historia entre padre e hijo muy bien interpretada se convierte en un marco para narrar una época oscura y triste, difícil de exponer sin la corrección política que ya hemos visto en muchas películas argentinas - tal vez demasiadas-, pero esta vez narrada sin idealizar personajes, ni dar lecciones, simplemente mostrando una época y tratando de entender el pasado.