Drake Doremus rodaba una hermosa, dura y realista historia de amor como Like crazy, cuando parece que encontró a su musa, Felicity Jones. Y fue entonces que la eligió, aunque ella tuviera prácticamente diez años más que su personaje, para llevar adelante a Sophie, una estudiante inglesa que viene a quedarse un semestre en la casa de los Reynolds.
Como lo indica el primer plano del film, los Reynolds son, ante las apariencias, la familia perfecta. Lindos, con una hermosa y grande casa, con un auto cada uno, y una hija adolescente llena de promesas. Pero en realidad esconden algo más. Megan es un ama de casa entregada a su familia, pero incapaz de ver lo que sucede más allá de sus ojos.
Lauren hace natación y logra destacarse en el rubro a la vez que anda con un muchacho que no le pone título a la relación y quien sólo termina humillándola constantemente. Keith es un músico frustrado devenido a profesor, que cada tanto se pone a rememorar épocas pasadas en las que tenía un peor porvenir económico pero interpretaba la música con pasión.
Con esa pasión con la que Sophie se presenta de manera casi obligatoria ante la clase que él enseña, cuando interpreta una pieza de estudio de Chopin. Lo que Keith ve en Sophie es algo que él siente que perdió, que dejó atrás. Ella busca la libertad, hacer cosas porque quiere, no porque tiene que hacerlas.
El film se toma sus largos minutos para representar estas dos personalidades distintas y para hacerlas interactuar con algo más que miradas.
La familia Reynolds comienza a desmoronarse mientras Sophie está ahí en el centro, a veces sin saber qué hacer, sin entender por qué de repente los ojos se posan todos sobre ella. Breathe In habla más que de un amor prohibido. Keith ve más que una chica joven siendo seducida por él en Sophie, ve su pasión y es eso lo que lo atrae.
En Sophie se ve a una persona que no tuvo una figura paterna en su vida y quizás eso la lleva a observarlo a Keith antes que al resto de la familia. Pero no es eso lo que los une, sino una intimidad que no se basa en sexo, lo que lo hace más fuerte. Ante una primera mirada se podría ver a un hombre con crisis de edad y a una joven que no puede evitar ir por la vida seduciendo a los hombres, pero eso sería quedarse en la superficie de una historia llena de aristas.
En "Breathe In" llueve todo casi todo el tiempo. Y la música además juega un papel importante en la historia de los dos protagonistas pero además ayuda a crear esos climas densos propios de una familia que ya no puede sostener más esa falsa realidad. La actuación de Felicity Jones es realmente magnética, con sólo miradas y una boca apenas entreabierta logra expresar su deseo.
A Guy Pearce se lo ve cansado y eso ayuda con el hastío que su personaje siente. Breathe In es más que un drama romántico. Son pocas las escenas que ponen el amor en el centro pero están ellos dos, que tardan en hacer contacto entre sí, lo que hace que la primera mitad de la película sea bastante inferior a la intensidad que tiene la última parte. Y con un final que sacude la mente del espectador, que ve algo que ya vio, pero de un modo tan diferente que duele.