Música, madurez y tentaciones
Keith Reinolds (Guy Pearce) es un hombre de poco más de cuarenta años, casado, con una hija adolescente, una linda casa, y mucha estabilidad, tal vez demasiada. Keith es músico y los buenos tiempos parecen haber quedado atrás, la gloria no llegó, y ahora es profesor de música en una escuela secundaria, hace suplencias en una orquesta sinfónica, y espera con ansias una audición para un puesto como chelista, y así terminar con las suplencias y las clases.
Por idea de su esposa, llega de Inglaterra una estudiante de intercambio, Sophie (Felicity Jones), a quedarse con ellos durante un semestre y asistirá a la escuela con su hija. Las jóvenes son muy diferentes, Lauren (Mackenzie Davis), la hija del matrimonio, es una típica adolescente norteamericana, practica natación y solo le interesa salir con sus amigos; en tanto Sophie parece tener otros intereses, toca el piano, sabe de arte y es bastante más madura y sofisticada que Lauren. Sophie, deambula por la casa observando a todos, y parece ser la única que puede notar que ese equilibrio de familia feliz está tambaleando.
Sin buscarlo Keith y Sophie se atraen, hablan, se miran, y sin quererlo Sophie es quien despierta todo lo que en Keith estaba dormido, se enamoran, y comienzan una relación, que traerá complicadas consecuencias en la familia.
No es la primera vez que se hace una película sobre este tema, acerca de una joven que llega a despertar a un hombre maduro y aburrido de su letargo, pero esta historia está lejos de lugares comunes y de escenas eróticas; es una historia de amor, con un contexto adverso, por lo que esta más cerca del drama familiar que del romance.
Filmada de forma muy intimista, cercana, vemos cómo surge esta relación, cómo crece, cómo se buscan, se desean, se necesitan. Cómo un hombre maduro se encuentra de un día para el otro debatiéndose entre lo que quiere y lo que debe; cómo, literalmente, la tentación entró en su casa.
La excelente fotografía y música crean un clima casi onírico, que acerca la historia de los protagonistas a un plano más emocional que físico. Las actuaciones no son deslumbrantes, pero están a la altura de un sólido guión y una narración densa, lenta, pero efectiva.