Paterson

Crítica de Natacha Mell - Revista Meta

Hay muchas películas que tratan sobre la vida de un escritor, pero son contadas con los dedos las que intentan que la estructura y la narración de ellas coincida con la manera de escribir del artista. Jim Jarmusch, director de cine independiente norteamericano y niño mimado por la crítica, se arriesga en esta oportunidad a hacerlo y nos regala una película sencilla en cuanto a lo que se muestra pero de una complejidad constructiva importante.

Paterson narra la historia de un colectivero llamado Paterson que escribe poemas, habita la ciudad de homónima, es lector ferviente de un escritor llamado William Carlos Williams, y lee su obra también titulada Paterson. Esta triple coincidencia de los nombres no es casualidad, sino que implica correspondencia. Paterson, lugar, persona, libro, nos adentra en un universo simple pero profundo donde la cotidianeidad es el rasgo más destacado.

En el film, construido en segmentos que indican el día de la semana consecutivo que comienza, nos va mostrando el despertar de la pareja protagónica, siempre igual, pero a la vez con pequeñas variantes. Se aplica aquí el concepto de métrica de pie variable que Williams utilizara para sus trabajos, como si cada día fuera un nuevo verso del gigantesco poema que es la película, donde lo cotidiano se mantiene pero va permitiendo sutiles cambios.

La vida del colectivero transcurre sin sobresaltos. Con su mujer forman una pareja respetuosa y amable. Ella es amante del blanco y negro que llena su casa con sus creaciones, en desbordante cantidad de trabajos, desde costuras hasta comidas. La elección de estos colores apunta también a la rutina diaria, pero también con variantes continuas que, no obstante, no hacen que se cambie de forma de vida.

La producción poética de Paterson la va escribiendo en su “cuaderno secreto”, que no comparte ni con su mujer. La inspiración la toma de las cosas y elementos cotidianos, siguiendo uno de los postulados de Williams que nos dice que “no hay ideas sino en las cosas”. Revalorando la simplicidad, frente a toda una corriente preciosista de la poesía. Los poemas de Paterson, que podemos apreciar, se van escribiendo mientras conduce, o simplemente vive su vida, como si fueran su pensamiento. Estos textos fueron creación del escritor Ron Padget, tomando el estilo de Williams. Asimismo se leen algunos poemas del propio Williams, y se muestran lugares como las cataratas, que forman parte del repertorio de temas y de de las obsesiones de dicho autor.

Adam Driver, está muy bien en su rol de Paterson, medido, optimista, observador; Golshifteh Farahani, como su mujer Laura, está correcta; y el perro de la pareja, Marvin, que obtuvo la Palme Dog en Cannes, da la nota simpática.

Interesante película de que Jarmusch es guionista además de director, con una construcción que amerita más de un exhaustivo análisis, pero que se disfruta como una bocanada de aire puro.

9 de 10