Por un lado, Simon Pegg y Nick Frost. De origen inglés, este dúo dinámico antiheróico protagonizó éxitos de culto —por extraña que suene la expresión— como Muertos de Risa y Arma Letal (títulos argentinos de Shaun of the Dead y Hot Fuzz, respectivamente), dirigidas por el no menos talentoso Edgard Wright.
Por otro lado, Greg Mottola. Otrora co-equiper de Judd Apatow, culpable máximo de Supercool y Adventureland: Un Verano Memorable.
Si a la ecuación le sumamos un extraterrestre con la voz de Seth Rogen, nos da como resultado Paul.
Graeme Willy (Pegg) y Clive Gollings (Frost) son dos artistas y meganerds británicos que, luego de gozar en la Comic-Con[1], alquilan una casa rodante y se ponen a recorrer parajes relacionados con el fenómeno OVNI, como el Área 51. En medio del camino, ven cómo un auto se desvía de la ruta y choca. Cuando acuden para rescatar a posibles heridos, descubren que el chofer no era un ser humano. Paul, un alienígena cabezón, de ojos grandes y muy canchero, les pide ayuda para llegar hasta la nave que lo llevará de regreso a su planeta. Graeme y Clive le dan una mano a su nuevo e inusual amigo, aunque deberán huir de agentes y otras personas que pretenden dar con el Visitante.
La película es una desopilante comedia en clave de road movie ambientada en las carreteras estadounidenses, pero, sobre todo, es la historia de fans, hecha por fans y para fans. Graeme y Clive son los prototípicos nerds; hombres que, pese a su edad, saben todo sobre Viaje a las Estrellas y La Guerra de las Galaxias. Sin embargo, más allá de sus graciosas salidas, están mostrados con respeto, no como un par de loquitos de historieta. Una vez más, Pegg y Frost, desde la actuación y desde el guión, logran hacer creíble y divertido lo francamente inverosímil, además de una gloriosa fiesta para cinéfilos y entendidos. Predominan homenajes y referencias, la mayoría puestas de manera muy inteligente y original: Paul, en sus sesenta años que lleva en la Tierra, se dedicó a asesorar a producciones de Hollywood y a cineastas de la talla de... ¡Steven Spielberg! Curiosamente, la próxima aparición (o algo así, ya que animarán sobre ellos gracias a la técnica de motion capture) de la dupla Pegg-Frost será en Las Aventuras de Tintín - El Secreto del Unicornio, dirigida por el denominado Rey Midas del cine.
Demostrando que la tienen clara a la hora de musicalizar films, Pegg, Frost y Mottola se despachan con otro soundtrack demoledor. Suenan temas de Marvin Gaye, B’52... y “ Don’t Bring Me Down”, de Electric Light Orchestra, que también forma parte de la banda sonora de Super 8, película con la que Paul se complemente a la perfección.
Paul es un nuevo prodigio de la animación por computadora y un nuevo trabajo inolvidable de Seth Rogen. Al haber vivido tanto tiempo en nuestro planeta, el extrovertido alienígena adoptó nuestros modismos y la manera de hablar. Su carisma y sus movimientos recuerdan a Bugs Bunny, pero más escatológico. Ojo, también tiene su faceta tierna y sentimental.
Además de Pegg, Frost y Rogen, el elenco secundario también se luce. Kristen Wiig hace de Ruth, una chica demasiado religiosa y tuerta que se una a los protagonistas y aprende a deshinibirse. Perteneciente al elenco de Saturday Night Live, Wiig actúa en —y es co-guionista de— Damas en Guerra, que se estrena en breve. Jason Bateman interpreta a un misterioso hombre de negro que anda tras Paul. Una vez más, este comediante causa gracia al mantenerse serio ante las situaciones más absurdas, como si no estuviera actuando en una comedia. Bill Hader, de Saturday Night Live y actor fetiche de Mottola, es Haggard, un agente con intenciones que no terminan siendo las que parecen. Joe Lo Truglio, por su parte, es O’Reilly, compañero de Haggard, quien resulta un nerd de la primera hora. John Carroll Lynch sigue dando miedo, ahora como el padre de Ruth, quien no duda en tratar de rescatar a su hija con una escopeta y una Biblia. Blythe Danner pone la cuota emotiva como una vieja amiga —y amiga vieja— de Paul, y Jane Lynch, hoy conocida mundialmente por ser la malvada Sue Silvester en Glee, saca más de una sonrisa en los pocos minutos que le tocan en pantalla.
También hay una aparición sorpresa en el final, de la que no conviene adelantar nada.
En Paul, Simon Pegg y Nick Frost siguen siendo garantía de genialidad y humor. Hacen tan buen equipo con Mottola como con Wright, y una vez más nos dicen que e, ciertas ocasiones, hay que arriesgarse de lleno por lo que se siente o por las personas a las que amamos. Ya lo dice Paul: “A veces hay que jugársela”.