Pecados

Crítica de Lysa Form - Cine & Medios

Un pueblo muy chico

La película comienza con una escena tremenda -muy cruda y muy bien hecha, que logra atraparnos- y todo lo que sucede después es consecuencia de lo que en ella se muestra.
Una vez terminada esta escena pasan unos quince años, y nos encontramos en un pueblo del norte, tranquilo, caluroso, árido, donde viven Lourdes (Diana Gómez) y Bepo (Mariano Reynaga), dos adolescentes en plena ebullición hormonal. La hija del almacenero (Carmelo Gómez), y el nieto maltratado de un viejo luthier - este interpretado por Pepe Soriano-, que vive alejado del pueblo.
Cada mirada, cada encuentro, hace predecir que esa bomba de hormonas va a estallar en cualquier momento, por más que todo su entorno trate de evitar que suceda. Si bien la escena principal nos engancha desde el comienzo, y encierra un secreto que atravesará todo el relato, el resto de la película no tiene la misma fuerza; de hecho, está narrada en un tono muy apacible, cotidiano, como un retrato de cualquiera de esos pueblos donde a la hora de la siesta no hay un alma en la calle.
Ninguna de las actuaciones se destaca demasiado, excepto la de Soriano, quien interpreta a un viejo que por momentos parece enfermo e indefenso, pero que es en realidad un ser violento y agresivo. Carmelo Goméz, también esta más que correcto, sin tener demasiado para decir.
Es destacable la fotografía, con hermosas locaciones en Salta, y la detallada dirección de arte, con espacios que pueden decir mucho sobre quienes los habitan. A pesar de un buen comienzo, y una historia tal vez muy conocida, pero igualmente trágica, la película parece descansar demasiado en los detalles, como por ejemplo en el despertar sexual de los protagonistas; y si bien hay consecuencias, en el final queda la sensación de que nadie ha reaccionado ante un hecho aberrante, ni siquiera nosotros.