No existe ritmo musical como el blues. En sus melodías y en sus letras predominan el dolor, la lucha, la libertad, la vida. El cine nunca le dio la espalda. Martin Scorsese, por ejemplo, produjo The Blues, una serie de documentales sobre el tema, incluyendo Piano Blues, a cargo de Clint Eastwood.
Sin buscar las luminarias o nombres ya familiares para los entendidos, Pegar la Vuelta elije un enfoque distinto, que permite descubrir a una artista y a una persona.
En 1997, a los diecinueve años, sin más equipaje que su guitarra y su talento, María Luz Carballo llegó a los Estados Unidos. Primero fue a Nueva York, pensando que tendría albergue en lo de un conocido de la familia, pero se encontró en la calle. Lejos de desmoralizarse, recaló en Chicago, donde de a poco, gracias a su destreza con las cuerdas y su constancia, fue ganándose el respeto de la exigente escena blusera de la ciudad. En el medio, otros trabajos (nada vinculados a la música), la lucha por hacerse de un lugar en un ambiente donde no hay lugar para mujeres (mucho menos, latinas), tiene parejas pasajeras y da a luz a dos hijas de distinto padre. Quince años después, decide volver a la tierra natal, donde se encontrará con grandes cambios (época post Cromañón, donde predominaban bares y teatros cerrados), aunque con los amigos de siempre, además de la madurez de los experimentados.
Luego de los largometrajes de ficción El Túnel de los Huesos y Contrasangre, Nacho Garassino vuelve con un documental intimista, que se sumerge en la vida y la obra de María Luz. La cámara permanece atenta a sus anécdotas, a sus confesiones, y la sigue durante los ensayos, los shows -con colegas en Chicago, y luego, en Buenos Aires- y también cuando se pone a charlar con músicos veteranos acerca de la vida, las guitarras, la relación con los amigos, las hijas, y hasta detalles de su romance, durante su adolescencia, con el mítico Pappo. Por supuesto, abundan referencias y apariciones de su familia de músicos, donde sobresalen Celeste Carballo y la fallecida María Gabriela Epumer.
Aunque usa algunas imágenes de archivo, Garassino se vale mayormente de filmaciones originales, en los Estados Unidos y en Argentina. El uso de cámara en mano nunca resulta caprichoso y se ajusta a la impronta de las andanzas de María Luz. Y en paralelo a la temática central, el director presenta un fresco sobre las vicisitudes de un argentino en el exterior, el choque de culturas y el regreso al hogar.
A veces divertida, a veces graciosa, a veces triste, siempre apasionante, Pegar la Vuelta es la mejor prueba de que una carrera artística es también la punta del iceberg de una vida propia del mejor blues.