Departamento tomado
Al final, Sangre fría, película de dos directores argentinos muy mencionados el año pasado, terminó entre las 10 más vistas de la industria nacional en todo 2011. Sí, los hermanos Adrián y Ramiro García Bogliano saben lo que hacen, y con eso les alcanza, aunque a veces estén un poco más o un pocos menos inspirados, para contar historias que de una u otra forma nos atraparán como espectadores.
Es lo que ocurre con Penumbra, su nuevo opus (ellos vienen del circuito independiente), estreno de esta semana. El filme comienza con un delito dentro de un comercio y, sin dar más explicaciones, se traslada a un barrio cualquiera de la ciudad de Buenos Aires, donde una española pretende poner en alquiler un descuartizado departamento, y con ello mantiene en vilo a la platea con recursos que parecen sencillos, pero que no cualquiera sabe cómo usar.
La española tiene un altercado en la calle con un linyera, otro con su hermana, por teléfono, y otro más con un compañero de trabajo. Mientras tanto, su propiedad comienza a llenarse de una serie de personajes disimuladamente siniestros, que dicen pertenecer a una inmobiliaria.
A esta altura, los hermanos García Bogliano ya están jugando a pleno con la ambigüedad, sembrando dudas acerca de las verdaderas intenciones de los visitantes y estableciendo un dilema importante en la protagonista, acerca del marco de realidad o de paranoia en el que le suceden las cosas. Acentuado esto por un trascendente fenómeno climático alrededor de la situación: un eclipse total de sol que altera el humor de vecinos, peatones y demás, y que deposita un manto de extrañeza encima de cada suceso vinculado al mundo cotidiano.
Las actuaciones, el humor negro, el absurdo, la música, los sonidos, los movimientos de cámara, los encuadres de miradas y objetos, entre otros recursos, van construyendo el suspenso, y luego el terror, en una película con un fuerte desenlace, que logra escapar de la monotonía y dejar bien parado al cine de realización nacional.