Lo interesante de 'Pequeña flor' es que no tiene una referencia directa con nada. Tampoco se refleja en un solo género porque en sí misma es un mix de estilos. Toma pocos y sutiles recursos de cada uno de sus creadores para tener identidad propia. Entonces se basa en la novela 'Pequeña flor' de Iosi Havilio, se configura en un guion bajo la impronta de Mariano Llinás ('La flor', 'Historias extraordinarias') y Santiago Mitre ('La patota', 'La cordillera'), y se redefine por la dirección de este último; más el código actoral ciento por ciento argento de Daniel Hendler y la muy grata sorpresa de su coprotagonista francesa, Vimala Pons. Una unión de caracteres exitosa que, prejuiciosa y erróneamente, a priori despertaría algún gesto de incredulidad.
PERFILES
'Pequeña flor' nos sitúa en una ciudad poco brillosa y bastante lúgubre de Francia, donde José (Hendler), padre primerizo y dibujante recientemente echado de su trabajo, se encarga del cuidado de su hija y de los quehaceres del hogar; mientras que su mujer Lucie admite su incapacidad para asumir la maternidad y sale a trabajar. El, argentino y con un francés bastante tosco; ella, nativa y con dominio absoluto de ambas lenguas. El, trabado con su vida social y con una conexión plena con su hija; ella, con vínculos sociales aceitados y su intimidad con la suavidad de una lija.
El trinomio Havilio-Llinás-Mitre hace una primera parte lógica, entretenida y sagaz, hasta que en un segundo giro -el primero es cuando la pareja invierte sus roles hogareños- plantea la confusión. Ahí el filme toma otro rumbo y sella su código diferencial e inédito. Se comienza a planear por la fantasía, esa que tanto caracterizó a la literatura de Julio Cortázar y Leopoldo Lugones, y cuando se logra descifrar lo que se quiere contar, como espectadores volvemos al eje. Una turbulencia aceptada y hasta gozosa, sobre todo por las buenas actuaciones del reparto, con actores como Melvil Poupaud y Sergi Lopez como figuras. Siempre en una trama que oscila entre el francés y el español.
'Pequeña flor' pareciera negar su ADN nacional, pero no por querer ser un filme pretensioso con aspiraciones de alto hándicap, sino porque es con esa falsa modestia y su lenguaje ambiguo que conquista con sintonía plena.