Una niña le escribe a alguien, aún es muy temprano para saber a quién, que está triste. Ése es el comienzo de esta película francesa que se centra principalmente en la figura de esta niña, Rachel, con su punto de vista, y la amistad que nace, tras no poder entablar relaciones fácilmente con nadie, con una niña revoltosa y traviesa, Valérie, que va a pasar a ser su mejor amiga.
Es que cuando decide festejar su cumpleaños e invitar a cada uno de sus compañeros, es ella la única que asiste. “Pequeñas diferencias” es el segundo largometraje de Carine Tardieu y en ella actúan intérpretes francesas de renombre como Agnes Jaoui, interpretando a la madre, Isabella Rossellini, como su terapeuta, e Isabelle Carré, la madre de su nueva amiga.
Porque cuando esta niña aparece en su vida, también lo hace su madre, irrumpen de manera inesperada en esta familia, para terminar cambiándolo todo. Rachel comienza a estar más desinhibida y abierta tras su amistad con Valérie.
Pero no es la única que va a sufrir una transformación. La trama secundaria de los padres es de vital importancia. Porque esa pareja funciona como la casa en la que viven: se está cayendo a pedazos. Y se cae porque nadie se detiene a remacharla. Mientras el marido se dedica a eso en su trabajo, deja su propio hogar olvidado.
Cuando Collete descubre que le está arreglando la cocina a la madre de la amiguita de su hija, interpretada de manera natural y bella, sexy sin querer serlo, Isabelle Carre, comienza a poner cartas en el asunto y a preocuparse por no ser más la fría esposa.
El film es rico en esas tramas que van y vienen de cada uno de los miembros de la familia, pero cuando se está acercando al final parece convertirse en otra película. Todo lo lindo y tierno que tenía la primera parte se desvanece en un enorme golpe bajo que cierra la película de una manera decepcionante, sobre todo teniendo en cuenta que antes de ese momento la película, así chiquita como era, se nos hacía agradable y divertida.
Pero ese cambio brusco e inesperado de tono duele.