Chris Columbus no hace una buena película desde Mi pobre angelito (Home Alone, 1990). Toda su carrera fue una interminable sucesión de bodriazos y Percy Jackson y el ladrón del rayo (Percy Jackson & the Olympians: The Lightning Thief, 2010) no es la excepción. Por momentos apenas pasable, el film tiene todo lo necesario para engatusar a la fauna adolescente burguesa: un protagonista carilindo con tendencias homosexuales, una compañera histérica sin mucho para decir y un negro seudo- lisiado que desesperadamente intenta hacerse el gracioso. Como puede apreciarse, estamos ante un éxito de taquilla garantizado. Lo único rescatable es el pinball de Contacto en Francia (The French Connection, 1971)...