Es sabido y visto que los celulares (y otros dispositivos móviles) se han convertido en parte de uno. Esos pequeños aparatitos reflejan una sociedad marcada por la inmediatez, la conexión constante contrastada con la aislación que provocan, las falsas apariencias y al mismo tiempo la posibilidad de ser o decir lo que uno quiera, sin la necesidad de poner la cara o dar un nombre.
Bueno, algo de eso hay en esta película italiana, dirigida por Paolo Genovese. En ella, un grupo de amigos y sus parejas se juntan a cenar, pero entonces surge la idea de jugar con los celulares: durante esa cena no habrá conversaciones anónimas ni confidenciales, cada llamada que suene será atendida y escuchada por todos, cada mensaje recibido será leído en voz alta.
Así, lo que empieza como una distracción inocente va revelando todo un submundo de secretos. Hay mucho de teatral en esta película, pues se sucede casi exclusivamente durante esa noche, en ese comedor. La narración es coral, a medida que los mensajes y las llamadas se van sucediendo van reflejando las diferentes personalidades reunidas ahora bajo ese techo. Pero entonces surgen cosas inesperadas.
Una persona que oculta hacer terapia, una infidelidad que es descubierta, un coqueteo, una relación homosexual oculta a aquellas personas que se suponen que son amigas. Se va desplegando todo un abanico de posibilidades, de los mayores miedos de aquellas personas –la mayoría, quiero creer- que no dejarían sumergirse en su celular a nadie. Genovese se pasea entre la comedia y el drama al mismo tiempo que sabe generar momentos de tensión.
A medida que el tiempo va pasando, que la noche se va sucediendo, cada vez que suena o vibra un celular los rostros se ponen tensos y el silencio invade el ambiente. Así, cuando los conflictos van surgiendo, no todos son tan esperados y obvios como una infidelidad, sino que muchos tienen raíz en cuestiones cotidianas.
¿Qué pasaría si todo lo que tenemos en nuestros celulares dejara de ser privado? ¿Hasta qué punto confiamos en nuestros amigos o parejas? Una premisa tan simple como espeluznante es lo que sirve para contar una historia, a la vez compuesta de muchas otras historias, y temáticas como las relaciones de pareja, las amistades, vínculos familiares, sexo, trabajo, frustraciones…
El guión, escrito por el director y cuatro personas más, bucea con inteligencia y ritmo entre estos submundos y logra desarrollar personajes bidimensionales sin descuidar a ninguno de ellos. Así, Perfectos desconocidos se torna entretenida y atrapante y al mismo tiempo deja muchas cosas dándole vuelta a uno en la cabeza.