Perfectos desconocidos es un muy interesante film italiano dirigido por Paolo Genovese. Contado en tono de comedia nos invita a reflexionar sobre muchos temas de gran actualidad. Nos deja varias preguntas flotando, ¿quién no tiene algo que ocultar?, ¿quién no tiene sueños u obsesiones que se guarda para sí?, y fundamentalmente, ¿conocemos realmente a la persona que tenemos al lado?
En una cena de matrimonios amigos se plantea la dependencia y la centralidad del celular en la vida personal, que aparece como un elemento imprescindible, pero que, también, permite el engaño al enmascarar, mostrar u ocultar situaciones. Con un simple juego, durante la comida, todos deben dejar sus celulares en la mesa y hacer partícipe al resto de los mensajes, correos y whatsapps que lleguen. Esta simple acción, tomando ese micro mundo como una muestra de la sociedad, nos lleva a reflexionar sobre la hipocresía, los tabúes y la discriminación, unidos a la imposibilidad del conocimiento del otro.
La trama está atravesada por la metáfora del eclipse, el brillo de la luna puede ser tapado por algún objeto, lo que nos impedirá ver la luz, y a su vez en tiempos de un eclipse lunar muchas cosas ocultas pueden salir a la luz.
Actuada en su gran mayoría en el comedor y la cocina de la casa, casi no hay exteriores. La puesta es de gran simpleza y economía de medios, pero con un guión por momentos desopilante. Los responsables del mismo son Paolo Genovese, Filippo Bologna, Paolo Costella, Paola Mammini, y Rolando Ravello.
La historia está protagonizada principalmente por Giuseppe Battiston, Anna Foglietta, Marco Giallini, Edoardo Leo, Valerio Mastandrea, Alba Rohrwacher y Kasia Smutniak. Los siete actores son geniales, todos se lucen. Cada uno marca una personalidad bien definida y diferente, y cada uno carga con una historia personal y familiar distinta. Sus textos introducen temas como la paternidad, el cuidado de los adultos mayores, la amistad, la adolescencia, el sexo y la infidelidad. Y nos dejan pensando que hoy nuestros celulares pueden reflejar nuestra historia privada, la pública y también una secreta que puede quedar expuesta de no ser cuidadosos.
La puesta de luces y la cámara con una propuesta desde la sobriedad crean el clima correcto para las situaciones intimistas, acompañando perfectamente el relato. En suma una película para disfrutar, reír y pensar.