En las inmediaciones del Lago Victoria, un área de excavación de restos de la era mesozoica se encuentra abandonado y fuera de la consideración de sus vecinos, hasta que un sismo libera cientos de pirañas prehistóricos famélicas de carne. Poco importa si es humana o no. Distintos grupos de personas (estudiantes celebrando el Spring break, un grupo de documentaristas, dos niños abandonados por su hermano mayor y un equipo televisivo de programas eróticos) deberán evitar ser comidos mientras la sheriff del pueblo y un neurótico científico –interpretado por Christopher Lloyd- intentan descubrir el modo de acabar con las pirañas.
Dirigida por Alexander Ajá, el mismo de la muy buena pieza de terror francés “Alta tensión” y de las remakes de “Despertar del diablo” y “Espejos siniestros”, el realizador resignó creatividad y su capacidad para crear climas opresivos y tensos con tal de subirse al tren de las tres dimensiones. Homogeneidad de planos, tomas subacuáticas que no difieren mucho unas de otras, personajes cuya única habilidad es correr directo hacia el centro del peligro y pirañas mutantes computarizadas al extremo hacen de este filme una pieza fácilmente olvidable.