Porno, sangre y depredadores prehistóricos
Desde hace tiempo Alexandre Aja se viene consolidando como un artista de género a tener en cuenta, uno de los pocos realizadores que sabe manejar los resortes de los relatos mainstream sin descuidar el apartado visual y la coherencia interna. Su carrera hasta la fecha ha sido sumamente ecléctica, el francés abarca todas las vertientes: desde el drama de ciencia ficción de su opera prima Furia (1999), pasando por el terror psicológico de Alta Tensión (Haute Tension, 2003) y el slasher de Despertar del Diablo (The Hills Have Eyes, 2006), hasta la historia de fantasmas vengadores de Espejos Siniestros (Mirrors, 2008).
No podemos obviar la circunstancia de que sus méritos se duplican debido a que hoy estamos ante su tercera remake consecutiva: la muy enajenada Piraña 3D (Piranha 3D, 2010) es una reinterpretación de aquel clásico de culto de 1978 dirigido por Joe Dante y producido por Roger Corman que a su vez funcionaba como un simpático rip-off de Tiburón (Jaws, 1975). A partir de un guión de Pete Goldfinger y Josh Stolberg, Aja construye un parque de diversiones desproporcionado en donde los elementos centrales son el sol, las mujeres ligeras de ropa y los pequeños depredadores prehistóricos del título.
La película en sí es una combinación extremadamente eficaz entre comedia y horror, siempre orientada a ridiculizar de una forma bastante brutal la estupidez e ignorancia del norteamericano promedio de espíritu parrandero. También puede ser leída como una parodia/ homenaje al gore moralista de desnudos de la década del ´80, en el cual todos los personajes de vida licenciosa tenían un deceso espeluznante y sólo el protagonista virginal vivía para contar lo sucedido (por supuesto hasta el inicio de la ineludible secuela, cuando lo asesinaban para pasar la posta a un colega y recomenzar el ciclo de la cacería suprema).
En el preciso instante en que un pueblito de Arizona está atiborrado de turistas por las vacaciones de primavera, un movimiento sísmico en el fondo del Lago Victoria libera a miles de pirañas que han sobrevivido a través de los siglos mediante el canibalismo. De hecho, durante la primera escena hay un cameo de Richard Dreyfuss que nos permite avizorar el resto: el tono cínico y el ritmo frenético casi nunca se han llevado tan bien en términos generales, aquí incorporando una gran utilización de las tres dimensiones con referencias onanistas al porno, el machismo, la muerte, el espectáculo y la degradación.
Queda claro que la eficiencia del convite se deriva en parte de un elenco de una extraordinaria singularidad: Elisabeth Shue, Ving Rhames, Jerry O´Connell, Eli Roth y Christopher Lloyd colaboran en el “vale todo” de una propuesta exacerbada que no siente la más mínima culpa y se asume portadora de una locura tan hilarante como vital (hay desde ballets de pechos subacuáticos hasta penes regurgitados hacia cámara). Aja se confirma como un entusiasta perspicaz del despropósito y nos ofrece un festival clase B que le rinde tributo al cine trash, así el sexo y las masacres se entremezclan con la gloriosa anarquía.